jueves, mayo 19, 2011

Convivencia de Zaragoza (abril 2011)





Quod ore subsimus, Domine, pura mente capiamus; et de munere temporali fiat nobis remedium sempiternum

(oración que recita el sacerdote durante la Misa, después de la Comunión)


Por primera vez nuestro compañero Carlos Sotres, y a petición de Peter, nos envía su escrito, que a mi personalmente me ha aclarado lo que el padre Yang nos viene diciendo y no acababa de entender.

Hola a todos
Soy Carlos, del grupo de Tai Chi de Santander y es la primera vez que escribo en este “Blog de Maribel”. El motivo inmediato para que escriba ahora esto es porque, en la última Convivencia de Zaragoza, Peter, después de decirnos -en una de sus charlas- una frase en latín (la que está escrita al principio) y después de que yo la escribiera en el encerado, porque algunos del grupo querían copiarla, me pidió que la tradujera al español. En aquel momento, yo (que estudié latín en aquel antiguo Bachillerato y después en mi carrera de Filosofía y Letras), intenté hacer una traducción de la frase lo más fielmente posible, pero había algunos términos y algunos matices que, en esos momentos, no podía asegurar que los estuviera traduciendo bien y que mi traducción hiciera perfectamente comprensible para nosotros la frase. Peter insistía una y otra vez en que tradujera cada término; yo le decía cómo yo creía que era la traducción a grandes rasgos, pero que en algunas de las palabras no estaba completamente seguro de su significado o de su mejor traducción al español… Y así durante dos o tres días. Como ya conocemos a Peter y, muchas veces, con él no se sabe cuándo es que no oye lo que uno le dice o cuándo aprovecha su sordera para “llevar el agua a su molino”, y se hace el sordo o se hace el tonto (aplicando la máxima de que el más sabio es el que sabe hacerse el tonto, etc.), pues, al final, no quedó él satisfecho de mis explicaciones ni de mis dudas ni tampoco quedó establecida con seguridad por mi parte -ni durante esa charla ni en las siguientes- una traducción segura y definitiva de la dichosa frase. Yo le decía a Peter que en mi casa tenía diccionario de latín y que podría consultarlo a mi vuelta para hacer la mejor traducción, pero él no parecía entender esto y no se daba por vencido, insistiendo una y otra vez en que se lo tradujera…

A mí me entraba la duda de si en realidad él necesitaba, en aquella charla, una buena traducción de dicha frase al español para transmitirnos a todos lo que él quería decirnos en ese momento a través de esa frase, o si, como muchas veces hace, aprovechó que yo la escribí en el encerado y que parecía que yo sabía (algo de) latín, para hacerme hablar a mí y hacerme decir –poniéndome también “a prueba”-, qué entendía yo por “pura mente” o por “munere temporali”, etc…; o si serían las dos cosas (o más…) a la vez, porque ya sabemos que con Peter muchas veces no está claro- al menos de primeras- lo que dice o lo que pretende con lo que dice o hace… También se me pasaron a la vez por la cabeza dos cosas aparentemente contradictorias: una, que él, siendo cura y de los de antes, debería de saber el suficiente latín como para entender perfectamente la frase y el suficiente español como para poder traducirla él mismo perfectamente; y la otra cosa, que, quizás y como aparentemente quería hacernos ver en aquellos momentos, él tenía realmente dificultades para establecer una buena traducción en español, máxime cuando poco antes nos había dicho que nos pedía ayuda para escribir en español su quinto libro (¿o cuarto?), porque él lo tenía claro en su mente en chino, pero necesitaba alguien que redactara bien sus ideas en español. Así que, con todo esto -y un poco “mosca”-, yo sólo hacía en aquel momento lo que él me pedía reiteradamente, que era que tradujera aquello lo más exactamente para todos los que estábamos allí.
Total, que la frase quedó allí escrita en el encerado de la sala durante el martes, el miércoles y el jueves por la mañana y Peter debió de estar esperando a “retomar la traducción” conmigo en la charla del jueves por la tarde; pero el jueves yo tenía ya previsto volverme para Santander después de comer, cosa que Peter no sabía. Cuando, acabada la comida, me fui a despedir de él para marcharme, me dijo, aparentemente desilusionado, que, si me iba, ¡entonces no iba a poder seguir con la traducción! Le dije de nuevo que en Santander tenía diccionario y que intentaría traducirla bien, pero tampoco sé si me entendió lo que le decía o no, o si era lo que quería que le dijera… En aquel momento tampoco yo tenía claro de qué manera hacérsela llegar y no me comprometí de ninguna con él, pero pensé que alguna habría, si me decidía a hacerlo…
Fue más tarde cuando pensé que la mejor manera de que le llegara la traducción era a través de este blog de Maribel. Y todavía tengo mis dudas de que realmente le interese que yo le haga llegar una buena traducción escrita -o que tenga él necesidad de ello-, pues, por una parte, ya sabemos que él prefiere -y ello ahora a pesar de su sordera- que le digas las cosas de palabra y viéndote él la cara, y por otra, resulta que, cuando llegué a mi casa, busqué la frase en Internet y allí la encontré en latín y traducida de varias maneras al español y a otros idiomas e incluso venía dentro de textos oficiales de la misa en latín con la traducción al lado en español…, así que cualquiera, incluido él, puede tener fácil acceso, si quiere, a su significado exacto. Y supongo que él, durante su vida sacerdotal, se la habrá encontrado mil veces tanto en latín como en español, pero, en fin…
Como, gracias a Maribel tenemos los taichiístas este estupendo medio de comunicación entre nosotros y como ella vive en Barcelona y ve a Peter, aprovecho esto para enviar la traducción a través de su blog y pedirle que, cuando hable con Peter, que le diga, por favor, que, si quiere leer mi traducción, lo puede hacer aquí, y que ya tendremos ocasión, en otro momento y si él quiere, de hablar cara a cara (como a él le gusta) sobre esto…
De momento, si necesita una traducción de la frase, yo le puedo dar la siguiente:
Quod ore sumpsimus, oh Domine ,pura mente capiamus; et de munere temporali fiat nobis remedium sempiternum. Amen”, es una oración que -como él mismo nos dijo en la charla- dice el sacerdote después haber tomado y repartido la Comunión. Su traducción más literal sería: “Lo que por la boca hemos tomado, Señor, que lo recibamos con una mente pura; y de este don temporal se haga para nosotros un remedio eterno. Amen”. Otra versión, menos al pie de la letra, sería: “Señor, lo que acabamos de recibir con la boca que lo acojamos con un corazón limpio (o un alma limpia); y que este don temporal se convierta para nosotros en remedio eterno. Así sea”.

Lo que Peter quería con esta frase, como nos dijo, era reflexionar sobre ella y también aprovecharla para cambiar algo de ella, acorde con su idea de unir taoísmo y cristianismo. Él dijo que nosotros, los que pretendemos también ser taoístas, podemos aprovechar esta oración cristiana en la que se pide y se desea llegar al espíritu a través de la materia, a lo eterno a través de lo temporal, para -cambiando dos palabras- hacerla también una “oración” taoísta: cambiando –tal como él dijo- “ore (boca)” por “nariz (naso)” y “sumpsimus ( tomar, recibir, ingerir)” por “hemos respirado (respiravimus)”, nos quedaría: “que lo que hemos respirado por la nariz lo recibamos con una mente pura (o un corazón puro) y que este don temporal se convierta para nosotros en remedio eterno”.
Esto, ligado con lo que nos dice tantas veces de que si no hay materia no se puede llegar al espíritu, que la Comunión (cuerpo y sangre de Cristo bajo las especies del pan y del vino), si creemos (por la fe) en lo que ella significa, nos puede hacer sentir más allá de eso que es puramente material, nos puede hacer sentir el espíritu; que -como dice el Evangelio- Dios se hizo hombre en Jesucristo (el espíritu se hizo materia) y que sólo




a través de Cristo-hombre podemos llegar al Padre-Dios-espíritu; que “la palabra (espíritu) se hizo carne (materia)” para nuestra salvación, es decir, que sólo nos podemos salvar (llegar al espíritu, que es vida eterna, para siempre), por medio y a través de Jesucristo-hombre-carne. Por eso, comer y beber por la boca (“ore”) el cuerpo y la sangre de Cristo en la Comunión, nos puede llevar a la vida eterna, que es lo que el sacerdote pide al Señor en esta oración.
Y para un taoísta, a través de la respiración (de sentir el “fresquito-calorcito” en la terminología de Peter que los taichiístas hemos adoptado) también se puede llegar a sentir el espíritu; Peter siempre nos ha dicho que “a través del aire llegaremos al espíritu” y que el límite entre materia y espíritu es el aire (el soplo divino de la Biblia, como él dice que respondió a aquellos congresistas de Barcelona de los años cuarenta o cincuenta).
Así que –según mi conclusión de lo que él quiso decir a partir de esta frase- la oración taoísta-cristiana podría quedar más o menos así. “Que lo que hemos recibido por la boca y por la nariz (en la Comunión y con el “Fres-Cal”), lo acojamos con un alma pura y que estos dones temporales se conviertan para nosotros en remedio eterno”.
Me alegro de haber tenido un motivo o disculpa para participar yo también –como muchos otros taichiístas ya lo habéis hecho- en este “blog de Maribel”, a la cual agradezco que lo ponga a nuestra disposición.

Un saludo a todos.
Carlos Sotres. (Cantabria)










4 comentarios:

Anónimo dijo...

NO OS QUEDÉIS SIN JESÚS

Al final de la última cena Jesús comienza a despedirse de los suyos: ya no estará mucho tiempo con ellos. Los discípulos quedan desconcertados y sobrecogidos. Aunque no les habla claramente, todos intuyen que pronto la muerte les arrebatará de su lado. ¿Qué será de ellos sin él?
Jesús los ve hundidos. Es el momento de reafirmarlos en la fe enseñándoles a creer en Dios de manera diferente: «Que no tiemble vuestro corazón. Creed en Dios y creed también en mí». Han de seguir confiando en Dios, pero en adelante han de creer también en él, pues es el mejor camino para creer en Dios.
Jesús les descubre luego un horizonte nuevo. Su muerte no ha de hacer naufragar su fe. En realidad, los deja para encaminarse hacia el misterio del Padre. Pero no los olvidará. Seguirá pensando en ellos. Les preparará un lugar en la casa del Padre y un día volverá para llevárselos consigo. ¡Por fin estarán de nuevo juntos para siempre!
A los discípulos se les hace difícil creer algo tan grandioso. En su corazón se despiertan toda clase de dudas e interrogantes. También a nosotros nos sucede algo parecido: ¿No es todo esto un bello sueño? ¿No es una ilusión engañosa? ¿Quién nos puede garantizar semejante destino? Tomás, con su sentido realista de siempre, sólo le hace una pregunta: ¿Cómo podemos saber el camino que conduce al misterio de Dios?
La respuesta de Jesús es un desafío inesperado: «Yo soy el camino, la verdad y la vida». No se conoce en la historia de las religiones una afirmación tan audaz. Jesús se ofrece como el camino que podemos recorrer para entrar en el misterio de un Dios Padre. El nos puede descubrir el secreto último de la existencia. El nos puede comunicar la vida plena que anhela el corazón humano.
Son hoy muchos los hombres y mujeres que se han quedado sin caminos hacia Dios. No son ateos. Nunca han rechazado de su vida a Dios de manera consciente. Ni ellos mismos saben si creen o no. Sencillamente, han dejado la Iglesia porque no han encontrado en ella un camino atractivo para buscar con gozo el misterio último de la vida que los creyentes llamamos "Dios".
Al abandonar la Iglesia, algunos han abandonado al mismo tiempo a Jesús. Desde estas modestas líneas, yo os quiero decir algo que bastantes intuís. Jesús es más grande que la Iglesia. No confundáis a Cristo con los cristianos. No confundáis su Evangelio con nuestros sermones. Aunque lo dejéis todo, no os quedéis sin Jesús. En él encontraréis el camino, la verdad y la vida que nosotros no os hemos sabido mostrar. Jesús os puede sorprender.
José Antonio Pagola

Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Difunde el camino de Jesús. Pásalo. 22 de mayo de 2011
5 Pascua (A)
Juan, 14, 1-12

Anónimo dijo...

DOS LOBOS
Una mañana un viejo Cherokee le contó a su nieto acerca de una batalla que ocurre en el interior de las personas.
Él dijo, "Hijo mío, la batalla es entre dos lobos dentro de todos nosotros".
"Uno es Malvado - Es ira, envidia, celos, tristeza, pesar, avaricia, arrogancia, autocompasión, culpa, resentimiento, inferioridad, mentiras, falso orgullo, superioridad y ego.
"El otro es Bueno - Es alegría, paz amor, esperanza, serenidad, humildad, bondad, benevolencia, empatía, generosidad, verdad, compasión y fe.
El nieto lo meditó por un minuto y luego preguntó a su abuelo:
“¿Qué lobo gana?”
El viejo Cherokee respondió: "Aquél al que tú alimentes."

hilda dijo...

He colgado en mi blog unas fotos de la comida del domingo 15 que me ha mandado Isabel.
En cuanto al escrito de Carlos, creo que Peter queria hacerte reflexionar y de paso a todos, sobre la frase y sobre la unión del taoismo-cristianismo.
Sea cual fuese el motivo ha servido para que escribieses por primera vez en el blog, así que solo por tu participación ya vale la pena.
Me gusta la reflexión cherokee. Muy cierta
Besitooosss

hilda dijo...

He subido a mi blog unas fotos de la convivencia de Zaragoza que me ha mandado Edurne. He seleccionado las que me han parecido más significativas.
Espero os gusten
Abrazooosss