martes, diciembre 22, 2009

Corazón de la Navidad

dibujo de Maria Àngels Comella




NAVIDAD 2009

El corazon de la Navidad

Navidad es, ante todo, adoración y gracia; que debe traducirse en oración gozosa de alabanza, en intimidad y en encuentro con el Dios que nace. No hay verdadera Navidad sin oración, sin participación en la Eucaristía.

Navidad es también encuentro con el prójimo, vivir la fraternidad y la caridad, el amor y la acogida. Hemos de imitar a los pastores que en Belén fueron anunciados por el ángel: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra Paz a los hombres de buena voluntad”. Ellos humildes y sencillos fueron los escogidos para ir a adorarle.

"Conoce el buey a su amo, y el asno, el pesebre del dueño. Israel no conoce, mi pueblo no recapacita" (Is 1,3).
Este texto de Isaías fue uno de los que inspiraron a San Francisco de Asís, allá por el año 1223, para realizar la primera representación del belén.
San Francisco entendió que la presencia del buey y del asno en la representación del belén esconde una velada referencia al dolor de Dios por no verse acogido por la humanidad, representada en los habitantes de Belén: "Vino a su casa, y los suyos no le recibieron" (Jn 1, 11).

El reproche de Yahvé - "Israel no conoce, mi pueblo no recapacita" - es una referencia del peligro de la insensibilidad espiritual a la que nos conducen los desmedidos afanes y preocupaciones materiales de la existencia.
Sin embargo, el buey y el asno no son sólo el signo profético que denuncia el rechazo del Hijo de Dios, sino que también nos representan a cada uno de los que deseamos acogerlo. ¡Tal vez, haya llegado el momento de aprender algo de los animales! ¿Y si le pidiéramos a Dios en esta Navidad la gracia de ser el "burrito" de su belén?

Una Sagrada Navidad para cada uno de vosotros os deseo desde mi corazón.
la Paz Eterna y el Amor de la Sagrada Familia.
¡Feliz Año 2010!

"US DESITJO A CADASCÚ DE VOSALTRES UN SAGRAT NADAL I UN FELIÇ ANY NOU

Con cariñito familiar autentico


Maribel

lunes, diciembre 14, 2009

La Alegría


Esta 3ª semana de adviento nos invita a LA ALEGRIA, deberíamos estar siempre alegres. La hermana Francisca, misionera y apóstol que trasmite la Biblia a grandes y pequeños, nos ha hecho este comentario de la primera lectura del evangelio de ayer.

DOMINGO III DE ADVIENTO
13 Diciembre 2009
So 3, 14-18
Grita alborozada, Sión, lanza clamores, Israel, celébralo alegre de todo corazón, ciudad de Jerusalén.
Que el Señor ha anulado tu sentencia, ha alejado a tu enemigo.
El Señor, Rey de Israel, está en medio de ti, ya no temerás ningún mal.
Aquel día se dirá a Jerusalén: No tengas miedo, Sión, no desfallezcan tus manos.
El Señor tu Dios está en medio de ti, ¡un Salvador poderoso!
Exulta de gozo por ti, te renueva con amor; danza por ti con gritos de júbilo, como en los días de fiesta.

COMENTARIO: “El Señor ha anulado tu sentencia, ha alejado a tu enemigo” Este tercer domingo de adviento, nos recuerda que es el domingo llamado “de la alegría” ¿Porqué? porque comienza la cuenta atrás del evento más grandioso y gozoso para la humanidad: Jesús se hace carne en nuestra carne.
Entre los fuertes retos del tiempo de adviento, el más desafiante, tal vez es la alegría. “Alégrense en el Señor en todo momento” “El Señor está cerca, no os inquietéis por nada”. Este gozo auténtico que llega a nuestros oídos y a nuestro corazón, renueva y sacude nuestra permanencia en el desánimo y la tristeza, en que trascurrimos muchas horas del día. No hay nada que desentone más en el adviento que la tristeza, ¿Nos hemos preguntado de donde vienen nuestras tristezas? Y es que son tantas las malas noticias que percibimos en los medios de comunicación, añadiendo también las dificultades que nos toca vivir cada día, en que tantas veces son el motivo de nuestra tristeza. Son muchos los obstáculos que parecen contaminar nuestros ambientes para que reine una auténtica alegría.
Esperar a Jesús, Príncipe de la paz y de la alegría, es lo que llena el corazón en el Adviento. Él es el que tiene poder para disipar todas nuestras sombras, de tal forma que entre la auténtica alegría en el corazón, invadido tantas veces por la tristeza de una falta de esperanza gozosa. “El Señor, Rey de Israel, está en medio de ti, ya no temerás ningún mal”
Llénanos Señor de tu gozo cuando todo va bien, y danos fortaleza para integrar nuestros propios límites y los de nuestros hermanos cuando las cosas van mal. Que seamos como atletas que siguen exultando de gozo en las dificultades que surgen inevitablemente cuando se intenta amar, entregarse y olvidarse de uno mismo…
La acción de Dios no es nunca a distancia, Él se hace presente y aparta del hombre a los enemigos. Es el gozo de confiar en alguien que tiene poder para echar fuera la tristeza.

Pregunta: ¿En donde ves la diferencia entre la alegría momentánea del mundo y la alegría que viene de Dios?

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En el Rincón del Silencio, hay un espejo y debajo una frase que dice así: “Aquí se rechazan las malas caras”

“Ser amable con los demás, a veces no es sencillo, pero siempre compensa”
¡Atrévete a ser amable!.
En este Adviento se portador de alegría.

martes, diciembre 08, 2009

El Futuro del Taichi

EL FUTURO DEL TAICHI por Andrés Guerrero
¿un tai chi sin futuro? ¿un futuro sin taichi?

Hace ya días -por no decir años- que se me vienen a la cabeza estas preguntas, pero casi siempre o bostezo una respuesta o grito un vaticinio. Hoy, tras un intercambio de correos con Ana (Josef), encuentro la ternura necesaria como para escribir algunas líneas sin que mi acento suene chirriante ni –intencionadamente- ofensivo.

Cuando Peter empezó hace algún tiempo a preguntarse “¿qué será de este grupito? ¿qué será del tai chi?”, nosotros –me refiero a Esthercita y a mí- hacía ya años que nos lo preguntábamos y nuestras respuestas eran de todos los colores, menos optimistas. Tiempo después, Peter empezó a manejar el término “cariñito familiar” con exhaustiva y exacerbada repetición y constancia y creo -personalmente- que no se le ha entendido bien.

Por otra parte, hace ya tiempo que Peter me pide que escriba algo que resuma o que muestre mi experiencia en estos años de taichi a su lado. El 28 de enero se cumplirán 18 años junto a él, aunque Esthercita –siempre pionera- me saca una semana de ventaja y siglos de claridad. No quiero hacer de este –desearía breve- texto unas memorias, pero sí quiero aprovechar para mezclar mi experiencia –personal, muy personal- y mis reflexiones.

¿UN TAI CHI SIN FUTURO?

No puedo creerlo, sinceramente. No puedo creer que nuestro taichi, que la forma en que Peter ha sembrado esa semilla al viento, que el mimo con que la ha plantado, la ha cuidado, la ternura que ha puesto en ella y, también, el carácter y la determinación que ha empeñado en su desarrollo vayan a quedar sin fruto aparente, sin continuación, sin –llamémoslo- “premio”.

Creo que lo que nos ha enseñado, lo que nos ha transmitido es toda su experiencia vital, todo su modo de hacer las cosas, de enfrentarse a los problemas vitales de cada día, a nuestra inmensa y muchas veces dolorosa tarea de ser personas. Creo también –en contra de lo que muchos pensaban y ahora ya no sé si piensan o han desaparecido de nuestra constelación familiar- que todo cuanto Peter nos ha contado es fruto de su coraje, de su historia, de sus circunstancias y sobre todo de su experiencia, de su reflexión, de su sensibilidad, de su creencia y de su fe. Curiosamente no puedo pensar en Peter sólo como un hombre de fe, entendiendo como tal una persona con una base firme religiosa. Siempre he visto a Peter –desde que lo conozco- como una persona llena de fe en nosotros, en sus alumnos, en sus discípulos, en las personas, en la humanidad, en la VIDA. Por eso, sé que el futuro de nuestro taichí está en nosotros mismos, en nuestra capacidad de dar fruto, en nuestra capacidad de desarrollarnos hasta el final sin pereza y sin limitación, en nuestra capacidad de ponernos al servicio de los demás, de entregarnos a la causa de ser “taoístas” hasta la MUERTE y de ser cristianos hasta la VIDA.

¿Qué futuro tiene nuestro taichí? Exactamente el que nosotros queramos que tenga, el que nosotros alimentemos día a día, hora a hora, segundo a segundo. Con nuestra práctica, con nuestra experiencia, con nuestra dedicación, con nuestra transmisión, con nuestro servicio, con nuestra entrega. Si no hacemos de nuestra práctica la base de nuestro día a día, podremos llamarnos como queramos, pero no seremos lo que la semilla plantada guarda para nosotros.

¿UN FUTURO SIN TAICHÍ?

Recuerdo que me quedé patidifuso, estupefacto, cuando a la llegada a unas convivencias, los compañeros nos contaron: “Peter apenas hace ya tai chi”. No podía creerlo. Tantas horas empeñadas en movernos suave, dulce y sin tensión quedaban aparcadas a un lado a cambio de más tiempo de charla, procesos mentales, mantras, oraciones y liturgias –muchas veces- inacabables.

Hacía ya tiempo que Peter venía anunciando: “¿Cuándo acabará esta comedia?” y no le entendíamos. No sabíamos por qué decía estas palabras. Para nosotros no era una comedia, sino que era nuestro alimento, nuestra ilusión. Tener en nuestra agenda apuntada la asistencia a una convivencia, fuera donde fuera, era nuestro “leiv motif”, nuestro motivo vital, para superar las circunstancias que se nos presentaran hasta aquel momento. No lo entendíamos.

Para nosotros, acostumbrados a dos o tres horas de taichí por sesión, acostumbrados al calentamiento que había aumentado de 40 a 90 minutos, acostumbrados a menos hablar y más sentir… aquello se nos hacía incomprensible. ¿A qué comedia se refiere? ¿Qué tiene que acabarse?

Finalmente dejó de hacer taichí y nos quedamos –yo al menos- un poco descolocado, sin asidero. Para mí había llegado a ser un verdadero placer el estar allí de pie, moviéndome al compás de no sé qué sobre lo que Peter imponía su ritmo vital, sintiendo el peso, el cansancio, la cabeza torturadora, la comparación, el calor, el frío, las presencias, etc… Me pareció atrevido y arriesgado, pero lo acepté por ser una decisión de Peter. El tiempo y la decisión tomada limpió el grupito de personas y nos dejó reducido a eso: a un grupito. Recuerdo una convivencia en Santander en que nos juntamos hasta 150 personas a su alrededor. Después de aquella decisión, apenas llegábamos en los mejores momentos a una veintena.

El tiempo ha pasado y aún no me atrevo a ponerle calificativo a tal decisión. No sé si fue buena o si fue mala. Sólo sé que la vitalidad de las convivencias y la variedad y diversidad de personas se vieron mermadas. Se perdió el taichí, que quedó reducido a apenas unos minutos, fuera de programa, en los jardines y con aún menos asistencia de la prevista y deseada. Y así se nos perdió el taichí. Más tarde, se le pasó la cuchilla al fresquito-calorcito y se fue dejando a favor de la continuación de charlas extensas y las más de las veces agotadoras y recurrentes. Lo único que iba en aumento es la liturgia, las caras de santos de los asistentes, el hambre en las comidas.

EL FUTURO DEL TAICHI

Me reconozco estimulado, animado, motivado por el coraje, la valentía, el ánimo y la confianza de Yolanda y sus compañeros de México al abrir un centro, un rincón de la Paz, de la Calma, del Silencio en esas tierras con su sola ayuda. Y siempre me pregunto por qué aquí no somos capaces de nada, apenas de reunirnos en convivencia, pero sin más futuro que el de los días de Peter.

Reconozco en mí ese ánimo, esa fuerza, ese interés, esa ilusión de primerizos a los que se nos abría la VIDA. Era entender la vida, la misión vital, las capacidades a nuestra disposición, vislumbrar la verdad subyacente a las cosas y era, sobre todo, sentir que teníamos en nuestras manos la pluma mágica, la que hacía volar a Dumbo en la película de Walt Disney. No era un sueño, era la realidad, era ver la posibilidad de cumplir un sueño para el que nos sabíamos dispuestos, pero del que desconocíamos su dificultad. Eso es lo que yo ahora he visto en el grupito de México y me da esperanza pero también me da tristeza.

¿Qué nos pasa que no podemos hacer nada? ¿Qué hay en nuestro interior que impide desarrollar ese germen de cariño? ¿Qué ocurre que detiene o difiere esa capacidad de confiar y compartir? Sé que pensaréis inmediatamente en que debo ser yo quien me aplique el cuento en lugar de venir con cantinelas hacia el grupo. Sinceramente debo deciros que si escribo esto es porque realmente me siento el primer implicado y el primer culpable.

Me gustaría, para terminar, reflexionar sobre dos puntos, a mi modo de ver muy importantes: el MENTALISMO y el CARIÑITO FAMILIAR.

El mentalismo ha sido un término acuñado por Peter para expresar que lo que se estaba diciendo o el modo en que se veía la realidad no era realista, no era correcto, no era ajustado a la verdad inmanente de las cosas. Es curioso pero siempre que he recibido ese término por parte de Peter, siempre me ha hecho reflexionar más allá de lo que mis palabras querían reflejar y siempre he conseguido –más tarde o más temprano- ver dónde estaba el engaño urdido por mi cabeza o por mi desmesura.

Sin embargo, he oído muchas veces a nuestros camaradas, colegas, compañeros o lo que seamos, decir a otra persona: “mentalista” y la verdad es que me ha sabido a cuerno quemado. No sé si estaba en lo cierto o no, no sé si era adecuado o no, pero no me ha gustado nada cada vez que lo he oído. Creo que olvidamos en esas situaciones y una vez pronunciado dicho término, que nosotros también lo somos; que la viga también ocupa gran parte de nuestro ojo; que si juzgamos seremos juzgados… pero, sobre todo, olvidamos que la otra persona se está expresando, está expresando toda su BUENA VOLUNTAD, todo su deseo de acertar con la pregunta, con el término, con la verdad de las cosas, con lo que su ser “piensa” o “siente”. Creo que al olvidar esta buena voluntad inmanente en las personas que conviven, hacemos un muy flaco favor a nuestro taichí, poniendo palos en las ruedas en lugar de ayudar a mantener el equilibrio.

No sé, pero si pudiera prohibir algo, si pudiera tener autoridad para algo, lo primero que haría sería prohibir en otras bocas diferentes de la de Peter, la palabra “mentalista”.

Con respecto al CARIÑITO FAMILIAR, sigo pensando que no lo entendemos bien. ¿Qué cariñito familiar si no nos sentimos familia? ¿Qué cariñito familiar si no nos demostramos ser familia?

En una familia lo primero es la sangre, lo común a los que la forman, con sus diferencias y con sus aciertos y desaciertos. Lo de menos es la antigüedad. Si –como los taoístas- buscamos el otro lado de las cosas, la antigüedad, los años no significan lo bueno de nosotros, sino nuestra estulta incapacidad para progresar y evolucionar adecuadamente. Por tanto, el abusar de nuestra preeminencia por la antigüedad no es más que eso: vanidad. El problema es que ponemos la vanidad por encima del servicio y descargamos con mano diestra el peso de nuestros años en las pobres espaldas de quien comienza o quien está en una etapa de descoloque o de orientación.

Cariñito familiar –para mí- no es más que caridad y generosidad. Es hablar a las personas de lo que ellas sienten, no de lo que nosotros hemos adquirido por la gracia de años de práctica o de éxtasis mistéricos o de lecturas en idiomas bárbaros.

Creo que si, en lugar de cargar a los que empiezan, a los que siguen o a los que conviven con nuestras hazañas y nuestros logros y nuestras espiritualidades o nuestras beaterías, fuéramos generosos a la hora de escuchar a las personas, de buscar ese punto donde duele al tocar o al hablar, de sentir su brutalidad o su debilidad, entonces podríamos ser verdaderamente taichistas, aliviando y suavizando, curando y cicatrizando, acariciando y mimando con CARIDAD y con TERNURA todo lo que los demás soportamos malamente en nuestras vidas y arrastramos como una cruz, que a todos nos gustaría dejar fuera de la casa, pero que llevamos a cualquier lugar a donde vamos.

Resumiendo. El futuro del taichí, con taichí o sin él, no está en las palabras de Peter nada más, sino en nuestra generosidad, en nuestra caridad, en nuestra ternura para hacerlas servir de bálsamo a las personas que con nosotros se relacionan y conviven.

Por eso, el ejemplo del grupito de México debe hacernos reflexionar muy profundamente sobre nuestra experiencia, nuestra disposición y nuestro futuro. Sólo así lo tendremos. Sin ello, habremos perdido nuestro tiempo, nuestro esfuerzo y, lo que es peor, la entrega vital de Peter para que salgamos de la ciénaga.

Gracias por vuestra paciencia.

Andrés Guerrero
Zaragoza, noviembre 2009