Guillermo Lago nos narra sus experiencias de Semana Santa en la Cabañita de Flor de Melocotón



Desde la Cabañita de Flor de Melocotón

Hemos celebrado la Pasión y la Pascua en la cabañita de Flor de Melocotón; a veces la llamo casita (y otras chocita) de flor de melocotón, nunca solo flor, ya que se trata de un punto junto a una vía; un primer pasito de una buena idea. Cabañita es el nombre que más me gusta ya que ilustra su sencillez taoísta, ojalá sea de ovejas. Me ha enseñado que Tao no es camino, sino Senda, una senda con una cruz que marca que estás aquí y eres ahora. También me ha explicado por símbolos que el Tao fluye por lo natural.

Hemos celebrado el Viernes de Pasión casi como los primitivos cristianos, en familia, en silencio, perplejos alrededor de la cruz en lo que llamamos establo, leyendo con emoción el relato de la pasión y muerte de Jesús. Y el sábado pasamos la vigilia de Pascua ya de noche, coincidiendo con una sonora tormenta, encendiendo una hoguera bajo la lluvia, mientras caían relámpagos, pasando con una vela a iluminar el interior, que estaba a oscuras, y a leer en común, para cenar después, alegres y dicharacheros.

La convivencia ha girado en torno al Sermón de la Montaña  (las bienaventuranzas) y el capítulo 22 del Tao Te ching. Coinciden ambos textos en tratar diferentes estados que se transforman en sus opuestos. Ello nos hizo girar en torno al Uno, la naturalidad del Uno frente a la artificial unidad.  Al final hemos quedado, en lugar de abrazar al Uno,  en dejarnos abrazar por Él. 

No se puede expresar la intensidad de las convivencias, y ésta, de abril de 2014, nunca olvidaré. La espontaneidad, el círculo cada vez más estrecho, los bosques de alrededor, la borrachera con el vino que ya se produce en casa (como el aceite, como las nueces), la impresión de la luna desapareciendo al amanecer, y sobre todo la importancia del “cada día”, del “cada uno”. 

Y, el Compromiso Personal, el que se asume no con palabrería sino de verdad, con la no-acción, que es una acción prolongada -toda la vida- en lo que no se ve: “wu wei”,  un hecho humano que solo se puede ejemplificar con la valentía, que experimenté en la convivencia, de ponerse en pie y contestar: “Soy yo”.