miércoles, marzo 13, 2019

Calma, Tanquilidad y Serenidad




El grupito de “Un solo corazón” (Ana, Adela, Alejo, Carlos, Edurne, Mª José, Marisa, Nacho y Ricard) hemos reflexionado sobre estas tres frases de Peter y Mª José ha preparado la síntesis que os ofrecemos en el blog. Espero que encontréis algo que os toque la fibra (del corazón).


CALMA MÁS CALMA ROBUSTECE EL ALMA
TRANQUILIDAD MÁS TRANQUILIDAD AUMENTA LA VITALIDAD
SERENIDAD MÁS SERENIDAD ENALTECE LA PERSONALIDAD



Calma, tranquilidad y serenidad son sinónimos, por lo que vamos a ver cómo experimentamos estos tres aforismos que nos ha dejado Peter, ya que los tres nos llevan en una misma dirección.
Los tres adjetivos son usados también para describir fenómenos meteorológicos o atmosféricos; la atmósfera está compuesta de aire, aire que conecta la materia con el espíritu.
El “más” nos indica que está en proceso de desarrollo: nos llevará a la ATENCIÓN SIN TENSIÓN, de aquí al MOVIMIENTO SIN ESFUERZO (como en el taichí) que nos permite absorber y degustar con los cinco sentidos y ¡VIVA LA PEPA!

Calma: sin ella no hay descanso, ¿cómo voy a sentir el alma? Según apuntes de tertulias de Peter, alma es ánimo de vivir, el intervalo en el F/C, la habilidad del espíritu para usar la materia. Si no la siento, ¿cómo la voy a robustecer?
Puedo sentir el alma en las pulsaciones del corazón. Esta actividad del corazón genera un campo electromagnético en forma de toroide alrededor del cuerpo físico que es la primera barrera defensiva ante cualquier elemento (físico o psíquico) externo, y este campo se ve fortalecido al latir en calma.

Una gacela está comiendo en la sabana africana, tranquila, serena, en calma. Cuando percibe un peligro se prepara huir o enfrentarse. Una vez que la sensación de peligro ha pasado vuelve inmediatamente a la tranquilidad de inicio.

Tranquilidad: cada cosa a su tiempo, dejar el pasado que no podemos cambiar y el futuro que está por venir, aquí-ahora y AHORRRA energía, dejamos nuestra “mochila” a Jesús. Al ahorrar energía nuestra vitalidad aumenta. Al dejar de intervenir recuperamos la tranquilidad.
Vivir en calma y tranquilidad permanentemente no es posible, viene y va. Requiere un aprendizaje. Tenemos que aceptar los momentos de “tormenta”, sea miedo, estrés, ira, euforia, para llegar a la verdadera calma: “soy como soy y estoy como estoy, estoy como soy, soy como estoy”. Cuando se va, pierdo pie con la realidad, pierdo vida (tiempo, atención al F/C). Mi responsabilidad es estar limpio para reflejar la luz, como el mar en calma refleja la luna. Aprender a mantener la calma incluso en medio de la tempestad, como Jesús en la barca.
Para ello, cuidar el cuerpo, alma y espíritu: movimiento y respiración, dormir bien, buena alimentación, no pensar mal, convivir, amar y servir. Ayuda seguir el orden del día, y practicar especialmente:

  • Fresquito-calorcito: sentarse, aunque sea un “nada”, enraizarme, ir con todos los sentidos a ese lugar interior (punto fijo) donde conecto con la energía universal que anima el alma.
  • Salivación consciente: que actúa directamente en el cerebro, mandando un mensaje de “no peligro”

Serenidad: la conciencia sin nubarrones, aparece nuestra verdadera personalidad. Como nos enseñó Peter, recordamos la imagen de la rueda (persona, personaje, personalidad), todos participamos de Una sola personalidad, en Cristo. La verdadera, la única. Es el hueco central en el que se acopla el eje y permite que todo funcione (cap. XI del TTK).

También el toroide que forma a nuestro alrededor la energía electromagnética generada por la actividad del corazón tiene un hueco central. Al estar sereno, sintonizo el pálpito del corazón, esta vibración, con la vibración de Jesús (llamando a mi puerta: toc-toc...). Se enaltece la personalidad. Está demostrado cómo aumenta el poder de un grupo de personas meditando, consiguiendo en NY que disminuyera el índice de delincuencia.



Tranquilidad y calma proporcionan vitalidad al cuerpo y fortalecen el alma, lo que nos da equilibrio en nuestra vivencia personal.
La serenidad nos aporta armonía en nuestra convivencia con los demás.

Como dice el cap. XVI del TTK:

“Alcanzar el vacío es la norma suprema, conservar la quietud (tranquilidad) es el máximo principio”.