lunes, agosto 18, 2014

La Bienvenida de Peter Yang

en Altura este agosto
La bienvenida de Peter Yang
Guillermo Lago Núñez
Jueves 7 de agosto de 2014.
En torno a las siete de la tarde llegamos a la casita de flor de melocotón en Altura para la convivencia que vamos a celebrar este verano. Pasan al interior de la casa primero Adela y después Alejo, me dispongo a entrar, aparto la cortina y me encuentro de frente con Peter, como siempre sonriente; tras mirarme a los ojos me dice muy cortés: “Bienvenido”.
Me quedo sobrecogido, está a una escala diferente, por un lado como a una cierta distancia y por otro en el mismo corto espacio que hay entre la puerta de entrada y la pared; cuando quiero retener la imagen desaparece y quedo envuelto de su propia energía, una presencia que es más que física: espiritual; me quedo en un estado de paz sobrenatural, flotando libre y en completa seguridad.
Estoy asombrado, no se me ocurre otra cosa que santiguarme y dar gracias a Dios. Resuena en mi interior la palabra que ha pronunciado “Bienvenido”, es la misma que él me dijo cuando llegué a su casa para acompañarle unos días hace ya más de año y medio. Tras un rato en silencio vuelvo a mi respiración y me dirijo hacia el comedor.
Empiezo a saludar a todos los demás taichistas que están en la casa, enseguida se lo voy a contar a Alejo, “he visto a Peter”, le digo, “está aquí, me ha dado la bienvenida, todo va a ir bien”, él se queda callado; después se lo comento a otros del grupo que confirman “claro que está aquí”, como advierto que lo dicen en general, sin considerar que sea verdad la realidad que he experimentado dejo de hablar de ello, únicamente se lo digo a Daniel el sábado por la noche.
Esta experiencia va a marcar mi estancia durante la convivencia; los días sucesivos cada vez que paso por la entrada me paro y miro hacia todos lados, también lo busco por otros lugares, en el jardín o en el pinar mientras hacemos tai-chi, y por la noche en la habitación donde duermo estoy alerta por si vuelve a aparecer, lo que ya no sucederá.
Viernes 8 de agosto.
El taichista más destacado de la convivencia, con respeto a todos los demás, es Bresca, la perrita-guía. Ella que es tan educada y autocontrolada, que apenas exterioriza la alegría que siente en el campo o al vernos (salvo al estar al lado de Maribel) y que se fija en todo lo que hacemos, nos enseña a olfatear de verdad.
Por la madrugada vemos la Estación Espacial Internacional (ISS ver horarios en la página de la NASA) sobre volando el cielo desde el oeste-noroeste hacia noreste, entre Altura y Segorbe. Tras el Tai chi he contrastado su vuelo orbital con los cuatro principios del movimiento del Tai chi.
Echo de menos a algunos de los que asistieron el año anterior, que están ahora en Escocia o Canadá, y a la tropelía de hijos que asistieron y animaron el cotarro entre excursiones y mojitos, también a algunos que aún no han venido, en España, Suiza, Méjico, o Alemania. En compensación agradezco mucho las personas que asisten este año, en especial los que están viniendo por primera vez. Desde luego este grupito no puede ser más variopinto, te puedes ver cenando un gazpacho en medio del campo con una monjita honkonesa, como hoy, y resultar que es lo más normal y natural.
Sábado 9 de agosto.
Hemos terminado el macro Tai chi, y una repetición desde el movimiento sesenta y dos al ochenta muy cuidada. Siento, además de cómo se va tensando el cable desde el tan-tien a la pelvis (algo que no se bien explicar), que estoy invirtiendo la dirección del peso y avanzando el punto de gravedad en cada pie hacia adelante, a veces noto que se apoya sobre una burbuja de aire.
Por la tarde me entero que la mesita que hay en el lateral de la entrada donde vi a Peter en persona, es el altar que hizo construir en madera, del mismo tamaño que el de la capilla de la Catedral y similar al que está en su casa. Es un altar sencillo en el que se han celebrado las misas en el Rincón del Silencio de Barcelona. Decidimos instalarlo en la habitación principal de la casa, el zendo o establo de la tranquilidad como lo llamamos, aquí está, hacemos las respiraciones junto a él.
Domingo 10 de agosto.
El tema de la convivencia es el capítulo 1 del Tao Te Ching y el Salmo 23 que se ha ido desarrollando en tertulia. Transversalmente estamos tratando la fe, a través de la lectura de la parábola del grano de mostaza, Daniel se refiere al episodio de la mujer que tocó los vestidos de Jesús para curarse (Mt 5 25–35); cosas pequeñas, retales sí, de verdad. La fe como algo dado y también rogado, don y gracia, en sí mismo, a la vez. Por eso son tan parecidas las palabras crear y creer.

Salgo de la convivencia con la impresión de la bienvenida, y también con el recuerdo emocionado de la última palabra que, según nos cuenta Ana Tallada, le dijo Peter: “Ojalá”.