miércoles, octubre 18, 2017

Altura 2017



 Marisa nos envia sus reflexiones sobre la convivencia de Altura 2017


Altura,  del 11 al 14 de octubre de 2017.

Esta vez no pude evitar apuntarme a la convivencia de Altura. Es que el lema para mí era irresistible: "Busca la paz y corre tras ella". De modo que conseguí vencer mi pereza habitual a los viajes y allá que fui.

El clima ha sido perfecto gracias a este otoño primaveral, nada que ver con el sofocante calor húmedo del verano de otras ocasiones. La convivencia fluida, redondita, entrañable y, como siempre, superando a la anterior. Se va apreciando como vamos mejorando gracias a la experiencia y la buena voluntad.

Me llama la atención que en esta misma semana haya habido convivencias nuestras en los cuatro puntos cardinales: Donosti, Batuecas, Altura y Granada. Tal vez el latido de nuestros corazones al unísono haya vibrado por toda España para cordializar tanto jálelo.

En Altura hemos podido disfrutar recogiendo y saboreado la fruta madura de nuestros árboles y la rica comida que nos preparaban las buenas cocineras de las matriarcas.
Como algo excepcional, celebramos el día de Pilar en casa de Dani con una deliciosa paella aderezada con la alegre compañía de los niños. Comimos, charlamos, reímos y cantamos... despidiendo la tarde practicando un poco de taichí.

Tuvimos tiempo de tertulias, en principio sobre el capítulo 81 del Tao que fue el elegido para esta convivencia. Este capítulo empieza diciendo aquello de que “las palabras bonitas no son verdaderas y las palabras verdaderas no son bonitas”… Esto me hace reflexionar sobre por qué algunas veces cuando digo cosas bonitas no siempre son bien recibidas. Me he fijado que esto me suele ocurrir cuando la persona a las que van dirigidas me da miedo y en mi cobardía, no soy del todo sincera. Supongo es un automatismo que viene de experiencias lejanas cuando en medio de alguna discusión, y por mi falta de criterio infantil, me sentía separada de la unidad e incluso hasta culpable. Todos cargamos con nuestro pequeño ego que es ese sistema de adaptación y supervivencia que hemos ido programando en base a nuestras experiencias y que nos automatiza y nos hace esclavos de nosotros mismos. Se trata de la máscara que oculta nuestra sombra y que llevamos como una cruz a cuestas a lo largo de la vida mientras no somos conscientes de ella.
Aunque los taichistas somos meaculpistas también somos responsables de indagar de donde nos viene el malestar y de comprender y consolar a nuestro niño interior herido.
Creo que aquellas palabras bonitas que no son bien recibidas encierran miedo y generan malos pensamientos y peste de odio por culpa del fingimiento. No me canso de pedir a Dios todos los días que me ayude a servir como instrumento de paz.

En estos días he descubierto que para hacer grandes cosas hay que aprender lo básico: a convivir en condiciones sencillas, con lo necesario, sin comodidades e incluso con incomodidades para empezar a naturalizarnos a nosotros mismos, siguiendo el orden del día y el sí mama.

Las semillas que fue sembrando Peter dentro de nosotros primero tienen que florecer y cuando hayamos madurado darán sus frutos. Poco a poco en las mini-convivencias en la casita de Flor se va olfateando ese perfume. Este lugar es como nuestro parvulario en el que podemos experimentar y aprender cómo ponerse de acuerdo en las pequeñas cosas, compartir, evitar “comodidad más comodidad”,  intercambiar átomos y esquivar la peste de odio. Al parecer la dificultad que tenemos para llegar a entendernos se debe a que cada uno tiene una manera de servir, una forma de amar, no sentimos lo mismo y nos cuesta mucho comprender como se siente el otro. Es bueno saber que juzgamos a los demás por sus comportamientos y sin embargo a nosotros mismos nos juzgamos en base a nuestras motivaciones de modo que siempre nos estamos justificando.

Otro día tuvimos la agradable visita de Pepe y Carmen con quienes compartimos una sardinada a la brasa en la casita de Flor. Antes de comer, en la tertulia estuvimos leyendo el controvertido pasaje del evangelio de ese día (Lc 11,15-26) donde habla de cómo los demonios (malos pensamientos) se reinstalan en nuestra cabeza multiplicados a pesar de que hayamos conseguido deshacernos de uno y de hayamos conseguido tener la casa en orden.
Hubo cierta polémica porque no entendíamos como era posible que los demonios regresaran una vez que nos sentíamos limpios y en paz... al final estuvimos de acuerdo en que no somos inmunes a las tentaciones. Y sobre todo que no hay que bajar la guardia y andar siempre con ojo patrullero practicando cada día fresquito-calorcito, que es nuestra herramienta básica para concienciar y estar atentos.
Por la tarde, al despedirme de Pepe me dijo que era "seguidor mío" de los cuatro escritos que he puesto en este blog. Me hizo gracia como si yo fuera, en mi modestia, una de esas modernas "influencer" de hoy en día... eso sí,  con un sólo seguidor. Por ese motivo me han entrado hoy ganas de escribir y poder decir ¡sígueme!

Agradezco infinitamente los cuidados y el cariñito de Espe, Irene, José Ángel, Gerda, Marisol y Dani porque llegue un poco estresada y regreso algo más centrada y con mucha más paz. Gracias de corazón y ¡hasta la próxima!
Marisa