lunes, diciembre 22, 2014

Entre el Abrazo y el Beso


Desde niño he asociado el Puente de la Inmaculada con almendras y azúcar. El ocho de diciembre teníamos por costumbre celebrar una gran comida familiar y, a los postres, se abría el turrón que mi abuelo compraba en Casa Miras, ésta era la forma más dulce de iniciarse en el Adviento. Ya de adulto recuerdo cruzar con los hijos pequeños casi toda la Península (helada) hasta Valladolid, para compartir con Peter en convivencia, entre otras, la celebración que se hacía los siete de diciembre con motivo de su ordenación. 

Este año ha habido almendras (en sopa y mantecados) en el Convento de las Comendadoras de Santiago en Granada donde nos hemos reunido para una Convivencia de Tai Chi Zen cristiano, y también, la dulzura del Grupo y de las monjitas hindúes que atienden la hospedería y el comedor de la Congregación. El grupito de Granada prepara muy bien las charlas, no se dicen cosas consabidas sino profundas, ahora dedicadas al Adviento y al Capítulo X del Tao Te ching; es un trabajo delicado el que llevan realizado ya unos años, el de unir taoísmo y cristianismo a través de los textos y las escrituras. 


Se nos muestra con una especial relevancia, junto a la Virgen y San Juan, el profeta Isaías, que ha dado pie, con su expresión: "la fidelidad y la verdad se abrazan/ la justicia y la paz se besan", a una emocionada tertulia sobre la diferencia entre beso y abrazo, en la que se evocó la ternura y espontaneidad con que Peter besó en una ocasión la foto de un taichista que había fallecido, (la misma ternura y espontaneidad que me transmitió la última vez que le vi), o la unión de corazones que se produce en el abrazo sincero, cálido y humano entre dos personas, que todos hemos vivido como una experiencia real y presente.

Relacionamos la imagen china del perro en la noche, relativa al estado en vela, con la incubación, la estabulación del ganado, la muerte voluntaria que practicaba Parménides (y tal vez Peter los últimos años), lo que nos permite reconocer que la unión entre Oriente y Occidente está en el origen de nuestra civilización. En este estado no podemos diferenciar el Adviento de la Cuaresma o de Pentecostés, tiempo de espera de alguien que viene, preparación para el principio-final-principio, ya sea el de la Navidad, el Viernes Santo o el Corpus Christi. De hecho rezamos la oración "ven dulce huésped del alma (.../...), guía al que tuerce el sendero", como si fuera una invocación indistinta a Jesús, al Padre (o a la Madre), o al Espíritu Santo.

Gádor y Javier se entretienen practicando con Jose Antonio que no sean detectados por los sensores de luz en el pasillo, y así, a tientas, caminando en la oscuridad, reconocemos que nuestro único trabajo es el movimiento en la quietud, la quietud en el movimiento, qué difícil y fácil a la vez. ¿Podemos mantener unidos el espíritu y el cuerpo y no dejar que se separen? Mientras, alguien apunta esa evocadora frase: "energía susurrante".



  Termina la convivencia el día de la Inmaculada, luminoso y frío como la flor de un almendro; la Virgen nos enseña a abrir y cerrar las puertas, concha-perla-cuerda, (noto más agarradito el tan-tien, como más tirante), y también, a escuchar el latido que el Señor infunde en nuestros corazones (“aquí estoy-aquí estoy”) para que así sepamos dominar nuestro egoísmo y secundar las inspiraciones que nos vienen del Cielo. Al finalizar nos despedimos como si fuera una bienvenida, con un abrazo, nos alejamos para llegar.
Guillermo Lago
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Aprovechamos la ocasión para felicitaros las fiestas a todos. 
Bon Nadal!!!!!!!!


martes, diciembre 09, 2014

La Marca y el Sello

Daniel Ibáñez colabora con esta nueva entrada del blog.



La marca y el sello


   El pasado domingo toda mi familia se sintió muy feliz de  poder acudir y participar en la inauguración del nuevo “Rincón del Silencio” de Barcelona, sede también de la fundación de Taichi Zen Cristiano Peter Yang.

  Carlos, Tessa y otros amigos habían organizado todo con mucho detalle y cariñito. Aunque llegamos ya casi al final de la misa, sentimos enseguida la acogida de todos. ¡Muchas gracias! El padre Enrique ofició una Eucaristía llena de calor humano y con la profunda y directa sencillez que lo caracteriza. Después hubo oportunidad de conocer la reforma de la casa, de brindar por la nueva andadura que ahora comienza y de escuchar jugosas intervenciones, propuestas y testimonios de personas comprometidas y con muchos años de experiencia en el taichi zen cristiano. Después una animada comida en el Hotel Rívoli a la que también acudieron –para alegría de todos- los padres de Tessa, Paco y Ángeles, que con su edad, dulzura y veteranía, enriquecieron de un modo muy especial el ágape.

   Confieso que durante todo este encuentro me sentí feliz y que, hablar con muchos de los presentes, sentí que me llegaban mensajes providenciales, verdaderamente valiosos para mí.  Todo esto que recibí y experimente se ha cristalizado en tres “flases” que quisiera compartir con vosotros pues siento que es la única forma que tengo de corresponder mínimamente a todo lo que recibí.

1.    Somos una familia animada por el espíritu.

Y no se trata de una idea que esté en proyecto, no es una intención o un buen deseo: con toda humildad de la que soy capaz afirmo que se trata de una realidad viva y palpable. Por otra parte, no se trata de nada extraordinario desde la realidad que Jesús nos ofrece: “si dos o tres están de acuerdo, Yo estoy en medio de ellos”. Y justo se trata de esto: estar de acuerdo. Sería bonito que en los colegios hubiese esta asignatura “estar de acuerdo”. Todos recordamos que la sabiduría taoísta habla de “abrazar el uno”. Para estar de acuerdo no basta una conexión emocional –siempre con altibajos- , es necesario aceptar y contar con la presencia del espíritu. Por eso creo que cada uno debe examinarse a sí mismo y comprobar si se dispone sólo de una conexión mental-emocional o nos hemos abierto a la auténtica libertad del espíritu, una libertad que implica –entre otras cosas y citando las propias palabras de Peter- “no ser esclavo de uno mismo”: olvido del yo (taoísta), negación del yo (cristiano).

2.    Es necesario ahondar en la práctica personal para llenar de vida la experiencia convivencial.

He sentido que durante este encuentro me llegaban mensajes coincidentes cuyo denominador común era la necesidad de intensificar el cultivo personal de todo lo que hemos aprendido con Peter.  Reconozco que de una manera consciente en los últimos años no he dedicado el tiempo de práctica necesario. No me faltan excusas: cuatro hijos en pleno desarrollo, la necesidad de encajar dos culturas diferentes en nuestra familia, la gran cantidad de energía necesaria para enraizar en Altura tras dejar Madrid, proyectos en los que creo y en los que he intentado dedicarme de todo corazón…sin embargo la práctica íntegra de pneumofisiopsicoterapia, no es que se haya detenido pero sí ha flaqueado. Ahora siento que se abre una nueva etapa y quiero aprovechar esta oportunidad. Por eso me gustó mucho escuchar testimonios de amigos y compañeros que cada día dan un ejemplo para mí admirable.

3.    Conviene diferenciar la marca del sello.

El tercer “flash” que quiero compartir es para mí también muy importante pues en cierto modo resume la postura que yo quisiera adoptar y el compromiso que siento como creyente, a la vez que atañe a la familia del taichi zen cristiano (y yo diría que a toda la vida humana).

Llamo “marca” a una actitud superficial que no logra calar en la entraña de la vida y que aún así reclama éxito, fama y reconocimiento. La marca es rehén del espacio y del tiempo, es decir, de la materia.

Llamo “sello” a una impronta que cala en la médula de la vida, que no es controlada ni dirigida por el yo sino por el espíritu y que unifica e integra todas las potencias de la persona centrándolas en el bien, más allá de las palabras.

Cuando a veces la Iglesia ha caído en la tentación de vender un producto religioso al que le falta autenticidad evangélica, identificándose con ideologías -bien conservadoras, bien falsamente liberadoras- que buscan siempre enemigos a los que condenar a la vez que le sirve de justificación para mantener privilegios, está en la “marca”.

Cuando la Iglesia es fiel al mandato del Señor y se reconoce necesitada del amor de Dios, aceptando que el espíritu le lleve siempre la delantera, está en el “sello”.

La marca es controladora, manipuladora, pone etiquetas. El sello es irrupcional.
 Daniel Ibáñez