jueves, abril 28, 2016

Edurne en Barcelona



Viaje a Barcelona,  11 al 14 de marzo de 2016
Hola a todos: Quisiera compartir con vosotros lo bien que he pasado el fin de semana en Barcelona. Ya son dos años que Peter se nos fue al cielo y tenía ganas de acercarme a esta ciudad tan llena de recuerdos de Peter. Ha salido todo tan bien que creo que Peter ha estado moviendo hilos en lo alto.
La idea era convivir con la familia taichista de Barcelona e ir a Misa a la catedral para dar gracias por la suerte que hemos tenido y la enseñanza tan certera que hemos recibido.  Quedamos Pilar de Madrid y servidora en alojarnos en la sede de la Fundación y antigua casa de Peter.
Establecimos una cita en la  capilla de Lepanto a las 12:00 con Mónica, Alejo y Adela. Primero pasamos por la capilla de San Antonio donde celebraba Peter, rezamos y al dirigirnos a la capilla de Lepanto nos encontramos con una monja que también conoció a Peter. Al  reconocernos  nos saludamos, me dio mucha alegría,  preguntó si el grupo seguía juntándose. En Misa me llevé la alegría de ver a Jordi que vino a compartir un poco de su tiempo con nosotros. El día anterior los del cenáculo hicieron lo mismo, Misa en la Catedral y luego comida y capítulo del Tao. Nos fuimos al Moka de la Rambla a tomar algo.
Apareció Tessa que había dejado por un rato la preparación de la función en la Iglesia del Pi sobre la vida del santo Josep Oriol. Nos contó su aventuras, también Jordi las suyas  y Adela imitó a los taichistas cantando, nos reímos mucho. Después de despedirnos,  Tessa, Pilar y servidora nos fuimos a comer al Ateneo, como en los viejos tiempos con Peter. Allí coincidimos con el actor, amigo de Tessa, que llevaba el peso de la representación.
Como Barcelona está llena de comercios caímos en la tentación y entramos en Decathlon. Vimos a Pilar desaparecer hasta la cintura entre las chamarras buscando su talla,  y nosotras riendo. Un chico de la tienda nos dijo que teníamos una risa contagiosa y nosotras con más gusto, ja, ja, ja.
Después de saludar a Carlos y descansar un rato nos fuimos a la Iglesia del Pi a ver la el retablo viviente. En casa de Peter, al lado de la ventana de la habitación que hace chaflán, está la imagen de este santo al que Peter rezaba todas las noches. Su vida transcurrió haciendo milagros, curaciones, y como único alimento tomaba pan y agua. El único testimonio en castellano fue divertido. Salía una señora andaluza contando como a su marido militar le destinaron a Barcelona. Tenía un hijo que no hablaba (entiendo que era sordo) y como había oído que Josep Oriol hacía milagros, le buscó y este curó a su hijo para gran felicidad de sus padres. Tristeza les trajo la noticia de que a su Mariano (el esposo) le destinaban a Madrid y un poco más cuando se dio cuenta que su hijo solo hablaba catalán y nadie en Madrid le entendía.
La representación un poco larga salió muy bien, la música y el coro fueron para mí el alma de todo. Nos regalaron un bollo de pan al salir de la iglesia. Luego nos tomamos unos pinchos en el Irati, que está al lado y a casa.
Por la mañana F/C e invitados por Carlos y Tessa nos fuimos a desayunar a su casa. Estando con la mesa llena de viandas llamó una vecina que venía de Mallorca y les regaló ensaimada y queso de la isla. Qué decir que le dimos un buen tarisco y eso que ya no teníamos hambre. Pensamos que lo mejor sería darnos un paseo después de tan estupendo desayuno.


Fuimos a la playa eligiendo un camino poco transitado, pasamos al lado de la iglesia de San Justo, donde Peter también celebraba Misa, luego al lado de unas termas, como no teníamos traje de baño seguimos adelante. Caminamos hasta el hotel W Barcelona, que tiene forma de vela, desde allá se puede contemplar la  bahía en su totalidad. Vimos varios patines catalanes atracar en la  playa, tiene su arte porque no tienen timón, solo una cuerda y el piloto tiene que jugar con el peso del cuerpo para maniobrar. En el paseo marítimo un músico callejero con una bonita voz grave animaba el domingo con sus interpretaciones de Bob Dylan y Sixto Rodríguez. ¡Que gusto!
Regresamos a casa y fuimos convocados de nuevo a la mesa con las aportaciones de unas piperras vascas y trufas. El pescado y el arte de cocinar lo puso Carlos, el resto acompañamos. Para ayudar a digerir todo aquello tomamos un poco de mezcal de primera y ya nos llegó la hora de conectarnos por Skype con la familia mexicana ¡que sorpresa! Y allí que nos vamos con nuestras copitas al ordenador y maravilla de las maravillas, enfrente tenemos a las Yolandas, Pilar, Juana Celia y esposo, Jorge y Licha. Charlamos y repasamos lecciones de Peter, los tipos de energía “ventosa, imántica, espantosa, templante y susurrante”. Cantamos juntos “Oh mi Señor te quiero dar”, es fascinarte tan lejos y tan cerca al unísono. Para despedirnos “Si Mamá”. ¡Qué gran ocasión!
Todavía nos queda una cosa que hacer, ir a Misa con el padre Enrique. Tomamos la rambla de Catalunya, tenemos el tiempo justo, y llegamos a una bonita iglesia, el Santuario Ntra. Señora del Perpetuo Socorro. Me sorprende encontrar tanta gente  de mediana edad, habitualmente estoy rodeada de gente mayor. Al padre solo le vi el año pasado cuando celebró en el Rincón la Misa de aniversario por Peter. Es un hombre especial, en la homilía se baja del altar y se pone a predicar en el primer banco. Baja con una biblia y de vez en cuando la consulta, habla con gran profundidad. Al principio nos sentamos y nos entra el sueño, no hemos parado en todo el día. Cuando acaba la celebración entramos a saludarle a la sacristía y le aviso que si cerrábamos los ojos era por cansancio solamente.
Caminamos Rambla abajo, es de noche y la calle está casi vacía, me siento en paz. Al llegar a la calle Canuda Carlos inicia un juego, le empuja a Pilar y nos contagiamos del movimiento, llegamos a la puerta de casa a empujones, divertidos como niños.
A la mañana siguiente tras el F/C y la oración en la capilla de casa de Peter me despido de Pilar y al entrar al pasadizo del Citadines me vuelvo para ver de nuevo la plaza Villa de Madrid y dar las gracias de nuevo por lo a gusto que he estado este fin de semana. Atravieso la plaza de Catalunya por la acera del Zurich y llego hasta el Txapela respirando las últimas imágenes del centro de la ciudad. Bajo las escaleras que me llevan hasta el tren de cercanías y éste a la estación de Sants, consciente de que he pasado un fin de semana muy especial.
Edurne


jueves, abril 14, 2016

Una Parte de los Cien Días


La entrada de hoy del blog nos la envía Guillermo Lago sobre la convivencia de 100 días en "Flor de Melocotón"


Una parte de los cien días

Envidio a Pilar, ya que ella va a estar los cien días en la casita de Flor de Melocotón, que es la primera vez que se va a mantener tanto tiempo abierta, y ella va a poder compartir múltiples vivencias con todos los que allí vamos, hará las respis junto al altar, tai chi en el patio o en el campo, estará de aquí para allá.
Cuando estuve allí me gustó ver y mirar la cara de Pilar, de Nacho, de Daniel, de Li Yin, de Manuela, de Mateo, de Marcos, de Juan, de María José, de Francisco (Paco, Cisco), de Marisol, y de Javier, sentir que todos somos hermanos de verdad.
Me gustó que se haya puesto wifi en la casa, resulta agradable que en medio del campo le pueda llegar por ejemplo, desde Suiza, el video de la actuación de danza que había realizado horas antes la hija de Francisco, que estaba con nosotros, y que pudiéramos compartir en la distancia la emoción de ese momento, algo que todos valoramos y disfrutamos.
Me gustó que subiéramos con Juanito a la montaña de la ermita de Altura, desde la cual se ve el mar, y desde donde se aprecia la bella ubicación de Flor, al pie del pinar, en un hermoso valle.
Me gustó pasear por Teruel en una excursión festiva, que buscáramos todos sus torreones, comer un dulce junto al torito, y hasta constatar que allí nos podemos perder. También ir al outlet de Adidas que había en el camino.
Me gustó mucho recibir un golpe de energía en la voz de Peter, a través de las grabaciones de las charlas en los primeros 100 días que realizó. He de reconocer que me conmovió al principio, una vez superado pude sonreír con su particular manera de preguntar y contar, y la profundidad de sus palabras, un tesoro que debemos trabajar.
Me gustó poder dirigir lentamente la tabla, repetir todas las mañanas y tardes de esa semana la misma secuencia de la serie, y que se nos olvidara el tiempo y estuviéramos más de hora y media moviendo todo el cuerpo flexible, lejano, suave y redondeadamente y así interiorizar los principios a seguir en la vida.
Me gustó cocinar, hacer torrijas, sopa ramen, alcachofas, paella, caballa a la plancha, ensaladas, que elaboráramos una barbacoa familiar al aire libre, cenar pato en el chino de Segorbe e ir después al “toro embolado”.
Me gustó que quitáramos todos los hierros que aún quedaban en el campo, retirar la alfombra del “jardín de las doncellas de jade” (como lo llama Ade), subir a la terraza, tumbarme bajo el nuevo techo del establo.
Me gustó los calentamientos, en el castellano-alemán de Manuela acariciar “las comisuras” de los labios, o con Marisol, cuando se nos fue la cabeza, y gritamos el complicado aullido de Tarzán, o el de Chita, o el rugido del león, o los cantos de los de la tribu de la selva …Y reírme, y reírte y reírnos.
Me gustó rezar el rosario anocheciendo, la atención de María José al paso de las cuentas, la lectura del evangelio, todos los salmos. Ay, me gustó encender las estufas de la casa, escuchar el crepitar del fuego, notar ese calorcito interior por todos lados. 
Tratamos muchos temas, para mí era (y es) muy importante el del wu wei, en su definición como “actuar en la no acción”.  Estoy cansado, dije, de “no actuar en la acción”, es decir, el vivir en el montaje del “hacer, hacer, hacer, para no hacer nada”, ¿no será mejor no hacer, no hacer, no hacer, para hacerlo todo?
En fin, envidio a Pilar porque estuve la pasada semana una pequeña parte de los cien días  y volví transformado, renacido, con la sensación de que un corto espacio de tiempo había servido para cambiar mi vida, ¿Qué será un poco más?

Guillermo Lago

jueves, abril 07, 2016

Reunión Cenáculo-Gnosis. Capítulo XXXIV del Tao Te King