miércoles, junio 05, 2019

Pustina Comprendida, Vida Enmosaicada


PUSTINIA COMPRENDIDA, VIDA ENMOSAICADA                                           Altura, marzo 2019


El libro "Pustina, Espiritualidad rusa para el hombre occidental", cayó en manos de Peter a principios de los 90. En la convivencia de los cien días de Majadahonda estudiaron las páginas de la 62 a la 65. Hace poco Pilar compartió con nosotros estas páginas y me han encantado porque, aunque había oído miles de veces lo de la “vida enmosaicada”, la palabra pustinia no conseguía comprenderla.

Transcribo los párrafos que a mí personalmente me llamaron la atención:
El pustinik es un labrador que cultiva su campo arrancando las malas hierbas. Trabaja sin descanso para poder recoger toda la cosecha. Cuando esté bien limpio, Dios podrá sembrar la buena semilla a su gusto. El pustinik se esfuerza por hacer florecen el desierto. Este trabajo de limpieza y cultivo constituye el papel esencial del pustinik. Tal compromiso comporta un gran riesgo, porque se expone a la tristeza y la alegría. Se desposa con Cristo, y por eso se desposa con las dos. (pag.62)

Lo de estar expuesto a la tristeza y la alegría me ha tocado personalmente por lo mucho que puede desequilibrar andar entre esas dos polaridades. Nosotros cantamos nada tristeza, nada alegría… aunque en realidad sólo queremos quedarnos con la alegría. Cuesta aceptar las dos emociones tal como vienen y tendemos a aferrarnos a una de ellas. Desde mi punto de vista cuando esto se experimenta de forma consciente puede ser útil para sintonizar con las alegrías y las tristezas de nuestro alrededor y desarrollar la empatía.

Una de las causas principales de ese sentimiento de culpabilidad que nos hace creer que estamos separados de la comunidad, se fundamenta en la idea occidental de producción.
Los sacerdotes que trabajan en parroquias, una de las cosas que pueden hacer es sencillamente recorrer a pie su barrio y dejarse ver por la gente, haciéndose presenta a todos. A veces tienen la impresión, si no hacen otra cosa, de que están malgastando su vida Uno debe estar en paz, cuando no tiene otra cosa que hacer más que estar y orar (pag.63)

A veces veo a mi alrededor y entre mis compañeros de trabajo que nos sentimos estresados, esclavizados, atrapados en la rueda de la productividad y el individualismo. Me he dado cuenta que no hay nadie que más presione, más esclavice y más estrese que uno mismo, a pesar de que siempre tratamos de echar la culpa a cualquier “no-yo” que pillemos. Es tan fácil engancharse a la energía emocional negativa de los miedos, preocupaciones, enfados, tristezas...

Es muy duro aprender a vivir en la pustinia como un idiota, sin "hacer nada"... Para un hombre o una mujer de nuestro siglo tiene que resultar sumamente duro contentarse con pasar a los ojos de los demás como un idiota de Jesús. (pag.65)

En mi caso, aunque cada nueva situación laboral sigue produciéndome cierto estrés tengo la sensación de que el período de adaptación, a pesar de ser igual de intenso, es cada vez más corto. He observado que cada vez que empiezo en un nuevo sitio, la inercia que tiene mi ego es a liarse con el mismo discurso del “no puedo, no sé, no valgo”. Es difícil no compararse, no competir y respetar el propio ritmo. Espero que con el tiempo esa reacción automática y dolorosa pueda convertirse en una respuesta consciente que no me haga sufrir. Llegar a sentirme conforme conmigo misma transmitiendo buenas vibraciones a mi alrededor y pasar por un idiota de Jesús.

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Las tertulias que tuvimos en la casita de Flor hubo estuvieron muy interesantes. Me gustó una anécdota que contaron de aquella vez que a Peter le dio por preguntar en una convivencia “¿Qué es la vida?” Claro, nadie acertaba. Pasó por allí un niño al que le hizo la misma pregunta y éste, después de quedarse pensando, se encogió de hombros y dijo “¡Vivir!”. Muy bien, muy bien - dijo Peter - La vida no se puede explicar, solo experimentar.



También se habló de que la diferencia entre un cuerpo inerte y uno con vida es el aire que entra y sale, o sea, el movimiento. Me di cuenta de que tengo vida gracias a que el aire o Espíritu penetra en mi cuerpo y éste no puede hacer otra cosa que entregarse a Él.
Se habló de que la Pustinia es el desierto, es el sabio que "no hace nada que no sea necesario" (wu-wei), el ermitaño en medio de la plaza del pueblo. Tan sólo paseando entre la gente e irradiando su paz interior tiene un efecto positivo para la comunidad. Es la figura de monje urbano. 
No tuve ocasión de comentar la relación que yo encontraba entre la pustinia y el hoponopono (arte milenario hawaiano de resolución de problemas basado en la reconciliación y el perdón). Para mí en ambos casos se trata de limpiar los ambientes a base de limpiar el propio corazón.



Ni que decir tiene que la convivencia fue entrañable y las fricciones cada vez más suaves. Se nota que vamos madurando, algunos floreciendo y otros fructificando. Mención especial a la labor de la nueva socia colaboradora, siempre dispuesta a servir aun en los perores momentos de caos.


Marisa



1 comentario:

Pandora dijo...

Lindas palabras. Vida es vivir, experimentar...menos pensar y analizar y más estar EN Ella.
Tomo nota.
Isabel