jueves, junio 18, 2015

Corpus en Granada



Granada, día #1.
 

Cada sitio y cada momento son diferentes. En el caso de las convivencias en Granada (en el Corpus) destaca el reflejo de la luz sobre la ciudad, los ejercicios de calentamiento con canciones populares (algunas de Lorca o  Alberti), el constante sonido de campanas de diferentes sitios, la naturalidad del habla, la invitación al paseo por las calles,  el calor de la tarde, el ambiente del monasterio, la presencia de dos mundos que se encuentran, las comidas con cerveza fresca la Alhambra,  la inexistencia de capitanes, todo se lleva sí, con un orden del día, sobre el cual destaca la espontaneidad, la improvisación,  y también cierta volatilidad.

Tal vez por eso cuando llegué tuve que responder a Alejo que me preguntó para qué venimos, a lo que le contesté, que en mi caso, por necesidad; una  necesidad que este año, quizás por tanta información, datos, ansiedad, presiones, nervios, se ha visto agravada, y que tras dos días allí pude colmar. 
El tema de la convivencia era el capítulo 13 del TTK “Pensar sobre el miedo” cuyo comentario el equipo de Granada había trabajado previamente, de todo lo cual concluimos que el miedo procede del cuerpo, al que debemos nuestra gloria y nuestra desgracia,  por eso no nos podemos librar fácilmente del temor; como dice el capítulo “de un modo u otro permanecemos en el temor”. Honra y deshonra es lo mismo, si se alcanza o si se pierde hay que tenerle temor. Así que el miedo es lo que se ha impuesto, lo que nos paraliza, lo que nos está impidiendo andar:  el miedo es, en fin, ese bastón al que nos aferramos con el pensamiento de no caernos. Por eso le pedí a José Antonio que dejáramos ambos ya ese bastón, que no lo necesitamos, que empecemos a dejarnos llevar, a seguir, como él seguía ya, el movimiento de las nubes, y a verlas ir y venir.

En mi caso se suscitó otro temor, el de que esa espontaneidad, improvisación o volatilidad que también a mí me ha imbuido este año, pudiera derivarse en dispersión. Por ejemplo ya no contaba los números en el tai-chi, es un todo continuo, el fresquito-calorcito una agradable rutina, la lectura del Tao Te ching un entretenimiento. Se que no se trata de convertir la rutina en un rito, ni lo contrario. Quería salir del bucle en que la práctica se había convertido, y para ello necesitaba sencillamente pasar del “todos los días” al “cada día”en el trabajo personal con el movimiento, la respiración/oración y el tao.

Por eso he salido muy contento de la convivencia: el último día, al final, en la puesta en común, quedamos en que ese día habían comenzado unos nuevos #2000 días, y ese, el 7 de junio de 2015 era ya el día #1. Nadie se comprometió, no se trataba de eso, simplemente quedamos en que al menos por mi parte volvía a hacer un nuevo ciclo de respiraciones, dedicando media hora cada día a concienciar el fresquito/calorcito de la respiración, hasta el día que corresponda del año 2020, con libreta en mano para ir apuntando al finalizar los cambios de cada día.

Quedáis invitados (los que no lo estéis haciendo en estos momentos), junto a la continuación del estudio del movimiento, del Tao te ching o cualquier otra actividad que estéis llevando relacionada con la unión del cristianismo y taoísmo, a comenzar  -por primera vez o nuevamente-, como habrán comenzado algunos taichistas del grupo de Granada, a realizar los #2000 días, cada día. Sin miedo, sin temor.
Guillermo Lago

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