lunes, marzo 22, 2010

El Consuelo (al alimón)





EL CONSUELO

El consuelo nos ayuda a avanzar
Artículo de Irmtraud Tarr en la revista Cuerpo Mente de enero
Organista por diferentes países del mundo, acaba de dar un concierto en la Catedral de BCB, además es psicoterapeuta por la universidad de Hamburgo, 1987.
Se publica su primer libro en castellano: El consuelo, el arte de hacer bien al alma (Plataforma Editorial)
Más información: www.irmtraud-tarr.de


Consolar es practicar el arte de ponerse en contacto con la otra persona, de estar a su lado y de poder tocarla; los ordenadores, móviles, máquinas no huelen ni dan calor...En anglosajón la sílaba “traust” da origen a la palabra consuelo, que da lugar a las palabras inglesas”trust”, confiar, y “tree”, árbol. El consuelo es como un árbol, la imagen para mí lo dice todo: es protección, ayuda, apoyo.

ISABEL MORENO: Tengo la experiencia de que durante muchos años los árboles, su belleza y silencio, me acogieron en momentos de desconsuelo; en concreto, tengo un árbol-refugio en BCN, y a él me acerco en determinados momentos a lo largo del año, es un rito íntimo y secreto el estar bajo sus ramas.

Hay una soledad increíble en nuestro tiempo, la sociedad es cada vez más fría, caras depresivas, miradas perdidas, gente ensimismada, ocupada sólo con las obligaciones o consigo misma, colgada del móvil, con los auriculares puestos...Las nuevas tecnologías promueven contactos artificiales, en los que no hay miradas, ni escuchas ni roce con la piel.

ISABEL MORENO: Creo que el contacto esencial es con el alma y ésta se mueve a través de cualquier espacio, por virtual que éste sea. Es sano hacerse a los cambios que propician los tiempos que nos tocó vivir, aunque no por ello hacerse en exceso dependiente. La fuerza del ser es tan grande que llega a través de espacios lejanos.

El sentido del consuelo es unirnos, crear lazos profundos entre nosotros, porque la finalidad como personas es llegar a relacionarse con los demás. Hay que ser valiente para admitir que necesitamos a los demás y que ellos nos necesitan, porque desde el principio nuestra vida está necesitada de consuelo, ese elixir de la vida. Que es dura y necesitamos pruebas de que no estamos solos para afrontarla.

ISABEL MORENO: Sí, es necesario demostrar que nos queremos, aunque seamos bien diferentes y a veces no nos entendamos y resultemos incómodos unos a otros; precisamente de esa dificultad nace un consuelo más certero, que viene de sentir que por encima de todo “estamos todos en un mismo barco” y de alguna forma nos acompañamos. Hay que dejar de lado el orgullo tonto y aprender a pedir lo que necesitas, buscar al otro sin esperar que antes te busque a ti, lo primero es llenar tu corazón, alimentarlo, ir hacia el otro aunque él no venga hacia ti, el resto se da solo.

El consuelo es un don femenino, relacionado con la capacidad de empatizar, de sentir con el otro. A veces los hombres creen que deben dar consejo, soluciones prácticas, resolver. El consuelo es otra cosa, es estar ahí, acompañar, que el otro sepa que puede contar contigo, una presencia.

ISABEL MORENO: ¡Y tanto!, el hombre se define por la acción y el consuelo es inmanencia, estar sin mover, para no interrumpir al otro y acogerlo en su dolor. Quien más me consoló en mi vida fue mi madre ya de muy viejecita, sin poder hablar ya, sin ver, sin moverse…estaba allí a mi lado y yo la quería. Y es que el consuelo se lo da uno a sí mismo cuando realmente ama.

Pero no funciona si no se escucha, algo muy difícil. Se trata de concentrarse en lo que está diciendo el otro, de permitir silencios, de no buscar qué decir, qué aconsejar., sino de sentir lo que el otro dice, lo que no dice y lo que quiere decir. Hay que dejar de comparar, de traer a colación las propias historias y batallitas.

ISABEL MORENO: Es algo muy arraigado, en lugar de hacerse al otro, a lo que siente, traer el agua a tu molino, hablar de tus cosas que coinciden con las suyas…pero ya estás tú incidiendo ahí. Es como cuando hablas de una película y ya está el otro explicándote otra que le gustó a él, o hablas de un lugar y te explica cuando estuvo allí…y es una superposición, el primero desaparece borrosamente.

Consolar requiere tiempo, regalarlo, porque el simple hecho de estar ahí ya ayuda; lo importante es el calor que se transmite a través de una caricia, una mirada, un asentimiento..., la transmisión de protección y ayuda.

ISABEL MORENO: El consuelo te traspasa a través de la voz, su calidez, los matices, el tono, su ritmo, las pausas…las palabras. No es esencial la presencia física ni el tacto; además, siempre en la distancia puedes imaginar; lo importante es el corazón que SIENTE AMOR.

Tendemos a querer sacar al otro cuanto antes de su dolor, nos cuesta soportar el sufrimiento, pero el consuelo se basa justamente en respetar el dolor del otro, en ofrecerle la posibilidad de sentirlo. Hay que respetar el dolor de cada uno.

ISABEL MORENO: Sí, estar y nada más; con mi hermana Paloma, que perdió a su hija en un accidente, es esto lo que practico: no aconsejo, casi no digo, sólo estoy a su lado, y ella ha captado los beneficios de ese consuelo a la escucha, porque las dos nos sentimos unidas sin necesidad de haber hecho nada realmente importante juntas.

Sólo se puede ayudar desde fuera, la empatía precisa de cierta distancia, no se trata de dejarse la piel, se tiende una mano hacia el fondo del pozo, no se arroja uno a él.

ISABEL MORENO: Exacto, no ser benevolente ni sentimental (capítulo V del Tao) pero sí cercano.

A veces nadie puede consolarnos, pero si tienes una buena relación contigo mismo sacas fuerza y consuelo. Cada uno debe de saber buscar sus propias fuentes de consuelo, pero hay unas generales a todos, que Bernardo de Chaval, uno de los grandes místicos medievales, recomendaba: el baño, el llanto y la oración, por ese orden. La sensación del agua en contacto con la piel puede ser como una caricia.

ISABEL MORENO: En el desconsuelo es donde más consuelo puedes sentir, parece una contradicción, pero es cuando tienes sed que el agua te sacia, o es cuando la tierra está seca que el agua la riega realmente. De igual forma te sacias a ti misma cuando llegas al límite, ahí tu ser se abre y crece.
No entiendo el reparo que se le tiene al llanto, es la forma más natural de autorregularse emocionalmente, siempre sin pasarse; las mujeres tenemos en él un tesoro que el hombre se pierde…o eso parece.

Al final, la experiencia fundamental del consuelo es llegar a sentir que no estamos solos con nuestro dolor, que formamos parte de algo más vasto y profundo, y que poseemos la fuerza interior para seguir avanzando. Todos necesitamos consuelo en la vida cotidiana que llevamos.

ISABEL MORENO: Sí, pero la clave está en saber dónde buscarlo y en autoabastecerse.

Isabel Moreno (Barcelona)
http://bellezadepandora.blogspot.com/

____________________________________________________________________


EL CONSUELO
por Andrés Guerrero (http://labrisaquesparcelasemilla.blogspot.com/ y http://elhilodeseda.blogspot.com/ )

“Consoladora de los afligidos” reza la Letanía de Nuestra Señora y eso hace que el consuelo sea un acto de imitación de lo divino y también que tenga un marcado carácter femenino.
Cuando Isabel nos propuso este tema para que diéramos nuestra opinión “al alimón” nos pareció más adecuado basarnos en el texto que nos había servido de acicate. Así lo hizo Isabel y con amplitud, generosidad y carácter como siempre. Pasado un tiempo de su lectura, he preferido sobre su lectura y no sobre su texto plantear una breve reflexión desde un punto de vista cristiano y especialmente taoísta.
En principio, si el consuelo es algo, como propongo al principio, que imita a lo divino, jamás podrá ser fruto de la artificiosidad o de lo artificial. Justo al contrario, será lo natural lo espontáneo lo que dirija el consuelo, ese acto de disposición de la propia persona hacia cualquiera que lo necesite, de disposición al prójimo más próximo, al más necesitado. Todo cuanto sea artificial no gozará del carácter del consuelo, ya que no tiene la capacidad de llegar al fondo del corazón, a la frontera del dolor, al límite del sufrimiento, al punto donde la tristeza y la esperanza se debaten en equilibrio inestable, para apuntalar el optimismo, el gozo de vivir, el sentimiento de que todo está bien, de que somos gorriones en manos de Dios que nos ama y que vela por nosotros desde el principio de los tiempos.
Creo que el consuelo no nos sirve –al contrario de lo que afirma el autor del texto- para unirnos ni crear lazos, sino para devolvernos el sentimiento –perdido en el diario convivir- de que estamos en la misma barca, de que el mundo nos necesita a los dos, a los tres, a todos para cumplir su misión, su propósito. Si el consuelo nos sirviera de unión, sería pues una unión interesada, ya que mediante su uso llegamos a algo que nos proponíamos. Yo creo que el consuelo natural y verdadero libera a la persona, la hace libre de sus emociones, de sus tristezas, de sus sentimientos, de sus pérdidas y la devuelve libre de nuevo a la vida real, sin pagar el peaje de sentirse más vinculada a quien se prestó a consolarla. Creo que el consuelo es gratuito, desinteresado, no lucrativo porque, si el consuelo buscara la unión, su propio interés desharía el vacío –y por tanto la utilidad- de su acción.
Cierto y muy cierto que el consuelo es un don femenino, por eso se le atribuye a la Virgen María, la única con la capacidad suficiente para hacer de una debilidad la máxima expresión de divinidad. Curiosamente en el taoísmo no se habla para nada de consuelo, ya que se supone que el sabio taoísta, el seguidor del Tao, el caminante no necesita el consuelo sino la claridad de ver a su alrededor cuanto pasa y el ciclo de las cosas; el caminante sólo necesita adaptarse a las circunstancias vitales que le han tocado en la seguridad de que cuanto más adaptado esté, mejor servirá el propósito del Camino y por ello más capacidad tendrá para preservarlo de quien lo quiera manipular. Sin embargo, en el taoísmo sí que se habla del principio femenino, de la femineidad que es el origen de todo, de la madre misteriosa, del valle que todo lo recibe… y eso es darle carta de naturaleza al consuelo. Es reconocer lo femenino en el consuelo. Lo que pasa es que el taoísmo busca lo real y consolar a alguien –como dice más adelante el texto- buscando que cambie rápidamente, que deje de llorar o que no nos exaspere con sus acciones no es lo natural, no es lo femenino, no es lo verdadero. Es simple y pura manipulación con que salvar nuestro compromiso con los cercanos, allegados o lejanos, a los que no les damos la oportunidad ni de valorar sus pérdidas.
Creo que el consuelo sólo puede venir de arriba, nadie puede consolarnos verdaderamente. Sin embargo, cualquiera puede inducirnos a ver la vida de otro modo y por ello a ver la esperanza que brilla más allá de las apariencias, más allá del dolor, más allá de la muerte. Repito: cualquiera puede hacerlo. No necesita apenas nada. Sólo querer. Sólo creer. Sólo estar.


____________________________________________________________________

EL CONSUELO
Por Maribel Bayona (http://rincondelacalma.blogspot.com/ )

Creo que mis compañeros y amigos ya han dicho todo o casi todo sobre el consuelo. Dos cosas han escrito Isabel y Andrés que para mí es lo esencial: “El consuelo se lo da a si mismo cuando realmente ama”, nos escribe Isabel y Andrés nos habla de la letanía a la Virgencita: “Consoladora de los afligidos”.

Tenemos en nuestro cuerpo todos los resortes para consolarnos, para que, cuando ocurren cosas o desgracias, podamos volver al equilibrio y a la armonía. Mucho se ha escrito sobre las endorfinas, las dopaminas y las feromonas y todas estas hormonas están en nuestro cuerpo, solo tenemos que estimularlas.

Jesús provoca un nuevo impacto y lo empieza con las gentes sencillas que quieren realizar sus enseñanzas, Él nos dice “Venid a mí cansados y agobiados que yo os aliviaré, aprended de mí que soy humilde y manso de corazón”. El se acerca a los que sufren para aliviarles el sufrimiento y nos dio a su Madre como Madre de todos nosotros para consolarnos. En aquellos tiempos fue una novedad que no todos comprendieron y… tampoco hoy lo comprenden.
LA ORACIÓN ES LA MEJOR MEDICINA PARA EL CONSUELO.

No podemos estar en todos los frentes, nuestro cuerpo físico no puede volar hacia el que sufre, pero sí vuela la energía de amor que se expande como ondas circulares hacia los lugares más recónditos de la creación. y.. junto CON LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS, llega hasta el “Más Allá”
Los taichistas sabemos que con la práctica del chikung, podemos consolarnos y consolar: “Degustar los disgustos con mucho gusto”.

Es verdad que consolar es tarea femenina, el amor de la madre, es la energía de Amor de Dios en la tierra, pero… el hombre, creo yo, también puede alcanzar la forma de amar y consolar como lo hace una mujer. El capitulo XXVIII del Tao Te King dice:
El que conoce el principio masculino
Y se mantiene conforme a lo femenino
Es como el profundo cauce del mundo
Donde confluye todo bajo el cielo…

Ser feliz por la oración de tu fe. Aprende tu fe. Y vivirás en la paz, porque la fe salva, y las obras de esta fe curan y te dan una vida digna. Los frutos de la oración son gracias que nos da El Señor y nos permiten vivir con un corazón en paz.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

hola Todos, es una corriente de alegria el poder leeros
Ana

Pandora dijo...

Aquí de nuevo, me gusta leer hoy este texto que escribí junto con mis colegas, presicamente porque últimametne he experiemtnado en mi propia piel una gran necesidad de consuelo.
Hace un mes murió una hermana, de la extrañeza aún no me he recuperado, creía estar preparada, pues fue una muerte anunciada, pero el ver a tu querida hermana sin vida, es muy duro, difícil.

He experimentado, digo, que no hay una cultura que nos acerque la muerte, y pocos, muy pocos, pueden consolar así realmente.
Me he encontrado incluso con gente que no se ha ni acercado, no saben cómo, les supera el hecho; muchos creen que es mejor no incidir, no preguntar, no tocar el tema...cuando lo que se necesita es sentirse acompañado en el dolor, hablar con naturalidad, ser cercanos, tener muestras de cariño, consolarse.
No se necesita más; recuerdo especialmetne una de las pocas llamadas que he recibido, sentí un apoyo tal que giró la vivencia del día, me sentí querida, arropada y feliz en medio de mi tristeza, porque el consuelo real es una inyección de vida.

Es cierto, de todas formas, que el consuelo más profundo y certero lo sientes dentro de ti misma, a solas y en compañía de quien se ha ido, porque comprendes que si lo amas no parte su esencia nunca, que siempre va contigo, incluso más que en vida; es un estar más puro.
Por supuesto que sé la fuerza de la oración, pero ante la muerte lo que más consuela son las realizaciones tangibles, el cariño explícito entre los humanos.

Fuerte abrazo a todos.

Isabel Moreno

Pandora dijo...

Pido disculpas por el mal escribir de mi texto en su inicio, paciencia; son los retoques y las prisas.
I.Moreno

Anónimo dijo...

¿QUÉ HACE DIOS EN UNA CRUZ?

Según el relato evangélico, los que pasaban ante Jesús crucificado sobre la colina del Gólgota se burlaban de él y, riéndose de su impotencia, le decían: «Si eres Hijo de Dios, bájate de la cruz». Jesús no responde a la provocación. Su respuesta es un silencio cargado de misterio. Precisamente porque es Hijo de Dios permanecerá en la cruz hasta su muerte.
Las preguntas son inevitables: ¿Cómo es posible creer en un Dios crucificado por los hombres? ¿Nos damos cuenta de lo que estamos diciendo? ¿Qué hace Dios en una cruz? ¿Cómo puede subsistir una religión fundada en una concepción tan absurda de Dios?
Un "Dios crucificado" constituye una revolución y un escándalo que nos obliga a cuestionar todas las ideas que los humanos nos hacemos de un Dios al que supuestamente conocemos. El Crucificado no tiene el rostro ni los rasgos que las religiones atribuyen al Ser Supremo.
El "Dios crucificado" no es un ser omnipotente y majestuoso, inmutable y feliz, ajeno al sufrimiento de los humanos, sino un Dios impotente y humillado que sufre con nosotros el dolor, la angustia y hasta la misma muerte. Con la Cruz, o termina nuestra fe en Dios, o nos abrimos a una comprensión nueva y sorprendente de un Dios que, encarnado en nuestro sufrimiento, nos ama de manera increíble.
Ante el Crucificado empezamos a intuir que Dios, en su último misterio, es alguien que sufre con nosotros. Nuestra miseria le afecta. Nuestro sufrimiento le salpica. No existe un Dios cuya vida transcurre, por decirlo así, al margen de nuestras penas, lágrimas y desgracias. Él está en todos los Calvarios de nuestro mundo.
Este "Dios crucificado" no permite una fe frívola y egoísta en un Dios omnipotente al servicio de nuestros caprichos y pretensiones. Este Dios nos pone mirando hacia el sufrimiento, el abandono y el desamparo de tantas víctimas de la injusticia y de las desgracias. Con este Dios nos encontramos cuando nos acercamos al sufrimiento de cualquier crucificado.
Los cristianos seguimos dando toda clase de rodeos para no toparnos con el "Dios crucificado". Hemos aprendido, incluso, a levantar nuestra mirada hacia la Cruz del Señor, desviándola de los crucificados que están ante nuestros ojos. Sin embargo, la manera más auténtica de celebrar la Pasión del Señor es reavivar nuestra compasión. Sin esto, se diluye nuestra fe en el "Dios crucificado" y se abre la puerta a toda clase de manipulaciones. Que nuestro beso al Crucificado nos ponga siempre mirando hacia quienes, cerca o lejos de nosotros, viven sufriendo.

José Antonio Pagola
Domingo de Ramos (C)
Lucas 22, 14-23, 56

Anónimo dijo...

Cada cruz es ún símbolo de una de las innumerables facetas del amor encarnado. Cada cruz tiene su propia característica. Lo que se ve es la cruz, y digo que es un símbolo porque no es lo mismo la cruz que el crucificado.
Cada época de la vida también va modelando la cruz de cada uno. Una cruz bien hecha es más llevadera, e incluso puede servir de consuelo al otro, y también de estímulo; tiene armonía con el ser que la configura.
Es tan universal lo que quiere representar que se la ha encontrado en todas las civilizaciones, lejos de ser ajena a un exclusivismo cristiano que no existe mas que en la época denominada moderna, bien lejos de lo que en la Edad Media, la época culmen de la Cristiandad, se sabía y era de común conocimiento. Es como si solo nos llegara el eco lejano de entonces a través de la sustancia de las palabras de los Evangelios, que lejos de ser ya evidente para nuestra mentalidad, es más bien que nada tiene que ver con ella. Es una decadencia manifiesta hablar y pensar prepotentemente (tal cual la mentalidad típica del occidente moderno, siendo la norteamericana el prototipo). La cruz no la ha inventado ningún hombre, la cruz no es del ámbito de la religión, es connatural a la presencia de lo Supremo en el Mundo, y Jesús humildemente (sabiamente) supo aprovecharla con la maestría de su catewgoria de ser Divino. Él lleva consigo la huella de esa naturaleza al no poner ningún inconveniente en llevar adelante el "plan divino", esa huella tiene forma de cruz, que parte de la tieera y apunta hacia el cielo

Ana

Anónimo dijo...

No estés solo, no quieras vivir una vida de soledad en el colectivo social mundano. ¡Busca a Dios y ámalo con todo tu corazón! Y la soledad la compartirás con el mismo Dios de Amor.

No te hará falta nada y te sobrarán muchas cosas para compartir con otros, esos que ahora no te agradan, pero que los amarás cuando tengas el Amor de Dios en ti.

GRACIAS POR ESTE ESCRITO SOBRE EL CONSUELO

P.J.

Anónimo dijo...

Creo que como cualquier otra relación humana, consolar requiere tiempo.

Hay que estar ahí, cerquita, acompañando. Sentarse y esperar en silencio a que la persona que necesita consuelo nos hable y entonces, sabremos lo que necesita.

Un abrazo, una caricia o un beso siempre son mejores que unas palabras que en muchas ocasiones, no son las más apropiadas.

Y sobretodo respetar el dolor del otro porque cada uno lleva su dolor a su manera y lo que es bueno para uno no lo es para otro.

Así que, querida Isabel, te mando muuuchos besos y abrazooos muuuy grandes.

HILDA

Pandora dijo...

Gracias Hilda por tu muestra de afecto, es cierto que lo mejor para consolar es estar cerca, pero las palabras suplen en parte esa carencia del otro, por eso te las agradezco.

Gracias también al escrito de Pagola sobre el amor de Dios en la Cruz. Se necesitan sacerdotes que hablen así, que te acerquen el amor de Dios, que te sitúen y te acompañen, que te consuelen.
Pagola nos habla de un Dios que nos ama y sufrió la Cruz por nosotros; con qué facilidad se olvida esto y se le hace objeto de nuestros deseos, más que nada del deseo de no sufrir, de que nada desagradable nos suceda...y la vida no es así, pues se crece superando las dificultades hasta ser más y más del amor y no se ama sinceramente hasta que no aceptas tu cruz, rindiéndote a ella.

El consuelo de Jesús en su Calvario fueron esas mujeres a su lado, sin palabras, pero ahí, a sus pies, cerca de El, ¡qué fuerte es el don femenino del consuelo, qué grande, qué auténtico!. Cómo me recuerda la actitud de María a mi madre, a mi lado en silencio, en mis momentos duros, difíciles de explicar y de entender, no preguntaba nada, se estaba calmadamente, dolorosamente, en paz. No me daba consejo alguno, confiaba.
¡Qué bella es la humanidad de María en la Cruz!.
Consuela comprender la grandeza de seres tan deliciosos, fuertes, maternos, entregados, generosos...porque nuestra humanidad participa de su grandeza, somos parte de ellos, somos uno, y eso es un consuelo, os lo garantizo.

Un abrazo a todos

Isabel Moreno

Anónimo dijo...

Gracias Isabel por esas palabras que resuenan a interior de pared de gran corazón.
El sufrimiento es inevitable, también es cierto que después de superado ha habido una "superación", un olvidarlo que da paso a amplificar la panorámica de lo que el "corazón" puede abarcar, por eso María pudo amar a todos los seres, porque ese dolor a la vez no tenía otra razón de ser, tan grande como el dolor, que la capaqcidad de amar, en la misma proporción, solo con un cambio en el sentido de la dirección; retenido, es dolor, expandido es amor; retenido es limitado, terrenal; expandido es universal, celestial..y..
Todo esto es muy significativo, ya que ayer mi madre y yo hicimos la exhumación de los restos de mi padre; muy marcados estaban ambos aspectos, e igualmente con lo que mi padre supone en su todavia individualidad, está realizando, continua la tarea que él realizó en su momento; en pequeña escala, claro está, tomo el "testigo", el relevo, también en parte de esa tarea, al acercarse a mis manos datos de la tradición de la antigua Edad Media

Ana

Anónimo dijo...

Gràcies pel vostre diàleg tan profund!
Jo tanbé em pregintava moltes vegades ¿on és Déu davant el sufriment?
Les experiències viscudes a l'Àfrica en plena guerra genocida a Rwanda, les víctimes també s'ho preguntaven i trobaren ells mateixos la resposta que els permeté continuar viure amb fe. DÉU ESTAVA PATINT AMB NOSALTRES CLAVAT TAMBÉ, A LA VOSTRA CREU!

Anónimo dijo...

Hola gracias por los correos, pero a veces no tengo mas remedio que guardar los archivos para mirarlos con más tiempo, para no hacer las cosas del dia a dia con apresuramiento.
Me estoy haciendo mayor, y no lo digo ni como disculpa ni en plan peyorativo, mas bien al contrario, e importa rencontrar el propio ritmo; el asimilar todo, y me refiero también a los niveles corporales, psíquicos también, es previo y necesario para caminar, como se dice en el Tao. No se ve ni se siente, pero se sabe y se conoce (lo que es el Tao, término que solo encuentra su razón de ser en su significado metafísico, etimilógicamente hablando, y que el cap. I del "Tao Te Ching" expone). Ahí radica la clave. Los occidentales estamos despojados de esto desde que a finales de la Edad Media se anuló todo contacto con el Oriente, entendido este como Principio o representante del mismo, contrariamente a Occidente, que resulta de una desviación de él, no ya una continuidad; y lo que a partir de ahí se forja aquí es exclusivamente modernismo, fuera de todo parangón. Es muy dificil tener aunque solo sea un indicio del conocimiento real de este hecho, del que se pueda ir extrayendo, tal cual un hilo de seda, lo que nos pueda conectar con lo real del pasado para que se pueda extender esto en el futuro. Podría ser todo esto que ahora vivimos, no como un mal sueño, sino como algo necesario para propiciar ese despertar que en los tiempos actuales requiere una nueva readaptación.
Saludos cordiales
Ana Calvo

maribel dijo...

Queridos compañeros y amigos:
Vuestros comentarios son todos preciosos y...¡que razón tienen!

Voy a añadir una cosa: Junto a María y todas las mujeres que estaban delante de Jesús en la Cruz, estaba también Juan, el discipulo amado. Juan representa a toda la humanidad (hombres y mujeres) que estan junto al que sufre.

Mi madre siempre estuvo conmigo en los momentos dificiles, pero... también mi padre supo estar a la altura de las dcircustancías.

La Cuaresma ya se acaba, ahora la Semana Santa nos permite estar muy unidos con los que sufren.

Un agran abrazo de vuestra servidora Maribel