miércoles, febrero 22, 2023

La Columna Vertical

 Texto de Guillermo

La columna vertical



Guillermo M. Lago Núñez



En el libro de la taichista Yolanda Padilla1 se recoge que lo que más le llamó la atención a su autora cuando conoció a Peter Yang fue su verticalidad. Este rasgo es uno de los más definitorios de los grandes maestros de Tai chi. A mí también me impresiona. Resulta fascinante contemplar la integridad en la postura tanto en él como en Chen Mang Ching o en otros grandes maestros.

De los tres elementos fundamentales del Tai Chi: Forma, Energía y Espíritu, el primero, con ser el menos relevante, es clave para adentrarte en los otros dos. Y en la Forma el primer punto importante, de los diez que estableció el fundador de la escuela que seguimos, Yang Cheng Fu, es “tener sujeta del cielo la corona de la cabeza”. Así se produce la alineación de la espalda y con ello el adecuado posicionamiento de los cartílagos, tendones y huesos durante la ejecución de la secuencia.

Se trata de una elegante verticalidad “entre el cielo y la tierra”, es más que un estiramiento, un alargamiento del cuerpo que se mantiene en quietud durante los ochenta movimientos, aunque en parte de la “aguja en el fondo del mar” o en “azote simple, arrastra abajo” o en otros, la atracción de la tierra provoque la inclinación del cuerpo, como la de un junco con tendencia a recuperarse por sí solo, y en otros, como “las manos ondulan como las nubes” o “llevar el tigre a la montaña” se produce un giro vertical sobre el propio eje de la columna que mantiene su verticalidad.

Entre los practicantes occidentales ésta postura es lo que más cuesta definir, y ello ya que, cuando se doblan las piernas para sentarse en el aire, posición que se mantiene durante toda la secuencia, el cuerpo tiende a inclinarse hacia adelante, y desplaza la espalda en un falso contrapeso; en realidad conforme más se abaja uno más necesario es mantener esa rectitud de la columna sujeta de un hilo desde el cielo (aunque no como una marioneta) para hundirte perpendicularmente hacia la tierra y lograr neutralizar la fuerza de la gravedad. De hecho se mantiene y recupera el equilibrio -de forma anti intuitiva, en esto la experiencia te invita a desaprender- tirando del hilo desde el cielo.

En Occidente andamos con el punto de gravedad muy alto, tal vez porque los habitantes del hemisferio norte creamos ser superiores al resto, no nos damos cuenta que estamos curvados hacia adelante, andamos con pasos largos como si fuéramos a arrancar a correr, con miedo. Esto va provocando tensión a la altura de la espalda, e impide que los hombros caigan relajadamente, por el contrario, nos sujetamos en ellos y por eso cuesta tanto ver el movimiento redondeado y espiral.

Otra razón de esta inclinación se debe a la cabeza, se suele mirar hacia abajo, como si leyéramos o viéramos el móvil (solemos ir pensando) con lo que de nuevo nos inclinamos hacia adelante. Y ya no digamos cuando estamos sentados en sofás o sillones en donde nos reclinamos hacia atrás, en lugar de rectos como se sientan los niños pequeños cuando están en el suelo.

La columna tiene dos puntos críticos: las cervicales y las lumbares. Por estas dos zonas el río o corriente energético que circula por el cuerpo confluye en estrechamientos que provocan, o bien un estancamiento (lo que dificulta su marcha), o rápidos (que la precipitan); hay que trabajar estos puntos y dejar que la corriente se oriente por sí sola, los atraviese y supere.

Para permitir el paso de la energía por las cervicales el cuello ha de estar alargado y ligero, si se mantiene el hilo de sujeción con el cielo desde la cabeza esta sensación se puede percibir como timón de la columna. En cuanto al paso por las lumbares depende de bajar el punto de gravedad hasta el suelo, como hacia la mitad de la distancia de los dos pies, alineando el tan tien y la nariz, dejando que los testículos u ovarios cuelguen libremente.

Cuando tienes la corona de la cabeza sujeta del cielo y los pies bien arraigados en la tierra desarrollas la autopercepción, te contemplas a tí mismo en el espacio y te integras con compasión, amabilidad y ternura en él.

La verticalidad de la columna representa el equilibrio. El Equilibrio en la verticalidad y la armonía en la horizontalidad. Vertical y horizontal son complementarios, caras de la misma moneda. La imagen del equilibrista está marcada por la pértiga. La verticalidad se reconoce en la mirada en el horizonte. No hay verticalidad sin la contemplación de la línea que separa la tierra y el cielo, el cielo y el mar.

1. Un solo movimiento. Peter Yang, un taoísta cristiano. Yolanda Padilla Rangel. Editorial Universidad Autónoma de Aguascalientes. México, 2021)