
Pilar Gil, nuestra compañera taichista, nos ha enviado esta explicaron del Kung-fu y un cuento que nos lo describe muy bien.
Kung-fu en occidente, el nombre, se lo han puesto a una determinada arte marcial, pero en Chino es un carácter que representa esto exactamente: repetición + repetición lleva a la perfección. La imagen es un niño que salta desde un agujero, si a este niño cada día o de poco en poco se le va profundizando el agujero cuando llegue a mayor será capaz de ser maestro en saltos. Todo así.
Lo que representa el carácter Kung-fu es la base de la cultura china, de entrega, disciplina, por eso tan sólo ellos son capaces de realizar las escenas míticas de Bruce Lee y tantos otros, o los monjes de Sao-Lin. O los deportistas de élite (pero estos en otro sentido) en el de la competición. Ésta es la gran diferencia. Kung-fu no está orientado a competir, sino a sacar lo más sublime de la persona. En este sentido el Chi-gong se relaciona en que para llegar a comprender lo que de verdad significa lo tienes que hacer un Kung-Fu.
Y por eso puedes tener el Kung-fu de la cocina, o el Kung-Fu de despiezar aunque sea un buey.
CAPÍTULO LXIV Tao dè Ching
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El árbol que casi no puede rodearse con los brazos,
brotó de un germen minúsculo,
La torre de nueve pisos, comenzó por un montón tierra,
El viaje de 1000 “li”, empezó con un paso……………………
Es decir,
Repetición + repetición va a la perfección
Voluntad + voluntad allana la dificultad -. CUENTO CHINO .-
DESPIEZANDO A UN BUEY
El cocinero del príncipe Wen Hui estaba en la cocina del palacio despiezando a un buey. El príncipe pasó por la cocina y se quedó observándole en silencio: el cocinero, extendía una mano mientras bajaba el hombro y luego se apoyaba sobre un pie mientras presionaba al animal con la rodilla y en muy poco tiempo el buey quedó hecho piezas.
Como un susurro silbaba su brillante cuchillo de carnicero, como un viento suave, con el ritmo y el tiempo adecuado, como si fuera una danza sagrada, igual que las antiguas armonías. Al terminar su labor, el príncipe le interrumpió y dijo:
“¡¡ Buen trabajo ¡! El método que has empleado es impecable, que manera tan precisa de cortar”.
A lo que el cocinero repuso:
“¿Método?, ¡ yo no sigo ningún método!”.
Y luego dejando a un lado su cuchillo, añadió:
“ Lo que hago es SEGUIR el Tao, más allá de todo método. En los primeros años de mi profesión, cuando comencé a despiezar bueyes, veía ante mí al buey entero, como una masa única. A los tres años, ya no veía una sola masa, sino que veía sus distintas partes. Hoy ya no veo nada con los ojos, todo mi ser asimila, observa y aprende, mis sentidos están libres de prejuicios y de esta forma, mi espíritu está libre para trabajar sin un plan concreto y sigue su propio instinto, guiado por una línea natural. De esta forma, encuentro una abertura secreta, en un espacio oculto y mi cuchillo encuentra su propio camino, no atravieso ninguna articulación, ni corto ningún hueso.
Un buen cocinero necesita cambiar su cuchillo por uno nuevo y bien afilado al menos una vez al año, porque necesita cortar, un mal cocinero necesita tener uno nuevo todos los meses, porque mutila, pero yo llevo utilizando este cuchillo diecinueve años y he despiezado a más de un millar de bueyes, mientras que su hoja sigue cortando como si estuviese recién afilada.
Hay espacios entre las articulaciones, donde la hoja es delgada y cortante y cuando la delgadez del cuchillo encuentra aquel espacio, ese es todo el sitio que puede necesitar, la hoja pasa por él como una brisa. Por eso conservo esta hoja desde hace diecinueve años como si estuviera recién afilada.
Es cierto que hay ocasiones en las que encuentro partes duras o articulaciones, en ese momento las siento venir y me detengo, las observo con atención, me quedo quieto y casi sin mover la hoja y de un solo impulso, la parte se desprende sola cayendo al suelo como un trozo de tierra. Entonces retiro la hoja, me quedo quieto y dejo que la alegría del trabajo me llene. Limpio el cuchillo y lo guardo”.
Al oír esto, el príncipe Wan Hui dijo:
“ De esta forma es como mi cocinero me ha demostrado, que debiera vivir mi propia vida, siguiendo el ejemplo de su forma de cortar”.
Esto es el “Kung-Fu”, repetir algo hasta convertirlo en maestría, y convertirse en “maestro” de verdad no es hacerse protagonista. El “maestro” entonces no se siente a sí mismo como “maestro”, sino como fiel servidor a Tao. Es decir, cuando uno llega a la “maestría del maestro” deja de existir “el maestro”, desaparece, se funde y se hace uno con Tao. Y esto no son sólo palabras para mi, las siento exactamente así dentro de mi ser.
Así mismo con Cristo. Por eso he descubierto el “Kung-Fu” de ser cristiano, de la “Unión de Taoísmo y Cristianismo”. “Ser Uno Padre, como tu y yo somos Uno.” Ser Uno con Cristo, (aquí “Personalidad” - La Rueda), ser uno al mismo tiempo también con Tao. Una vez escuché a Peter algo así como que Tao no era exactamente Dios, yo lo entiendo más bien como un aspecto de Dios.
En el Kung-Fu de ser cristiano, te desapegas y despellejas para hacerte Uno con Cristo = Un solo corazón, un mismo Espíritu.
CON CARIÑITO, QUE DIOS OS BENDIGA
Pilar Gil
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SANTA TERESA DE JESÚS (1515 – 1582)
El próximo miércoles día 15 se celebra la fiesta de santa Teresa de Jesús, una de las más grandes místicas de la cristiandad, ella junto con san Juan de la Cruz renovaron el Carmelo.
Teresa de Ahumada nació en Ávila, el 28 de marzo de 1515. Desde sus más breves años comenzó a sentir mística exaltación, y a los 7 años huyó de su casa con un hermano, para ir a buscar martirio. Vuelta al hogar, a los doce años pasó por el dolor de perder a su madre, lo que la afectó en extremo y pareció decidir su vocación religiosa.
A los 16 años entró en el convento de Santa María de Gracia, llevada por su padre a causa de sus malas frecuentaciones, entre ellas la de una su prima, y de las exageradas lecturas de libros de caballerías.
El tres de noviembre de 1534, a los 19 años de edad, profesó en el convento de la Encarnación de Ávila. Poco después cayó gravemente enferma y su padre la llevó a baños minerales: sentía los primeros síntomas de sus neurosis.
En 1537, en casa de su padre, sufrió un ataque de parasismo, y durante dos años estuvo paralítica.
Curó, y durante bastantes años su fe anduvo bastante entibiada, hasta que volvió al pasado ardor religioso por que, según dice ella, Cristo se le apareció con airado semblante. Entonces creyó que la causa de su frialdad provenía de su demasiado frecuente trato con seglares, y resolvió reformar la orden del Carmelo, a la cual pertenecía, y fundar religiones de monjas descalzas y enclaustradas. Hora era de que llegaran estas reformas, pues la orden estaba del todo relajada. En su empresa tuvo grandes dificultades que vencer, pero le ayudaron eficazmente una de sus hermanas, otros parientes, varios señores piadosos y la duquesa de Alba.
Sus principales obras son en prosa: amenas unas veces, especiosas otras, son pruebas de que la santa, que tanto se queja en ellas de su falta de letras, era una gran estilista. En cuanto a sus poesías, fueron compuestas en ciertos momentos de mayor ardor místico, por la que ella decía que la Divinidad se las inspiraba .