MIRAR AL HORIZONTE
Ha sido un
placer compartir unos días la recogida de aceituna en la finca de Altura.
Haciendo esta tarea, o cualquier otra labor, percibes lo que es la felicidad de
estar en Flor de Melocotón, una mágica desaparición del tiempo.
La
convivencia mejora el conocimiento de quiénes somos, estamos abiertos. Una
expresión como, por ejemplo, "¿qué tal va el chaval?" puede
convertirse en una explosión de risa entre Esperanza, Edurne, José Ángel,
Daniel, o Wilma, y es algo que no se puede explicar si no estás aquí y ahora.
Para mí ha
sido muy especial ya que también fueron mis dos hijos mayores (Mario y Manuel)
que ayudaron a las labores junto a los dos mayores de Daniel (Mateo y Marco),
pudimos ver cómo se están haciendo hombres.
Agradezco mucho
el paseo memorable que di con Wilma, y la historia tan bella que me contó sobre
su familia. Supe que empezó su carrera como docente en Summerhill (un proyecto
muy innovador y radical que tuvo mucha importancia en España durante la
Transición al exponerse como modelo a seguir en la enseñanza). Y también (de lo
que a continuación trataré) lo que comentó sobre un médico chino que conoce en
Escocia quien le dijo que lo único importante es ¡mirar el horizonte!
Como
taichistas entendemos perfectamente la simplicidad de esta receta. En esta
posición cumples los cuatro principios del movimiento: suave, flexible, redondo
y lejano. Está bien repasarlo y practicarlo, al menos, por lo siguiente:
El
horizonte es abierto, es claro, amplio, ancho, inalcanzable, vital, está
siempre despejado.
Cuando
estás de pie los ojos siempre están a la altura del horizonte.
Es en la
postura vertical desde donde mejor oteas lo horizontal.
Si miras
de verdad al horizonte, entiendes la contemplación.
Con ese
gesto estás aquí, lo lejano se acerca a tí, y te entra.
El
horizonte está un poquito más elevado que la vista normal por lo que la mirada,
además, despega.
Es previa
al ejercicio "cardio-vídeo-digital" que nos proponía Peter (seguir
con el movimiento del dedo el recorrido de un avión imaginario que se desplaza
por el espacio rodeando la tierra), que es más avanzado y requiere mucha más
práctica.
El
horizonte es propio, no llegas a salir de la atmósfera, estás dentro de la casa
común.
Es el
punto de encuentro entre el cielo y la tierra y por tanto es el espacio del
hombre.
En los
días nublados frente al mar, o por la noche, desaparece la división entre cielo
y tierra del horizonte, se confunden, nos enseñan que en realidad todo es Uno.
Al mirar
al horizonte sigues un punto que recorre la curvatura de la tierra mostrándote
que lo natural es redondeado.
Te libra
de mirar hacia abajo, y por tanto de desequilibrios y caídas. De vista corta,
de pensamientos cerrados.
Te libra
de mirar hacia arriba, y por tanto de evadirte en alguna nube, de perderte en
nada.
Mirando al
horizonte vislumbras lo cercano.
La
linealidad del horizonte se sincroniza con el hilo del movimiento.
Al moverte
con la mirada al horizonte te diriges en fin, sin querer, hacia lo nuevo. Pasas
del pasado. Sabes el destino. Descubres tu misión.
Diciembre
8, 2017
El texto de "MIRAR EL HORIZONTE" es de GUILLERMO LAGO. Pedimos disculpas de no ponerlo
ResponderEliminarlos hijos crecen, se hacen hombres. Hay algo que se llama virilidad espiritual, más allá de la naturaleza adquirida
ResponderEliminarA. C.
más allá de la esencia germinal
ResponderEliminarA. C.
El horizonte en Córdoba y Jaén-done pinté la acuarela del olivo que ilustra el texto- es todo y siempre el mismo; hecho que ayuda más y más a meterte dentro.
ResponderEliminarIsabel
Muy bonita la acuarela, Isabel.
ResponderEliminarY el relato de Guillermo, también.
Hilda
es un ritmo, es un giro suave, apoyado, rotundo, verídico, manso, en alineación con el Cosmos.... ; embriagador en sí mismo y para toda la naturaleza que le rodea.
ResponderEliminarEs el siempre noble, antes que el primer hombre supiese que era creado, extraído del agua y de la arcilla, existía ya esa virilidad
A. C.